Muerte bajo las aguas

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juan de la cosa
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Mensaje por juan de la cosa »

Después de la guerra se vió cuánto había que agradecer a Koshkin, el diseñador del T-34. Sin su invento, que acabó con la zona de entrenamiento alemana y buena parte de los astilleros, la Batalla del Atlántico hubiera tenido segunda parte. Y hubieran ganado los alemanes. Cuando se descubrieron las increibles capacidades del tipo XXI, todo el mundo convino que se habían salvado por poco. Lo primero que se hizo fue estudiar los ejemplares capturados, el motor de peróxido de hidrógeno, los nuevos torpedos para lanzamiento en profundidad...hubo trabajo que hacer después de la guerra. Los franceses tuvieron uno, que llamaron Roland Morillot, los ingleses y los americanos dos y los rusos tres. Todos estudiaron sus capacidades y en el caso de los rusos “transplantaron” astilleros y secciones enteras (el tipo XXI se construía por secciones, como los Gato norteamericanos) a Sudomekh, en Leningrado (hoy San Petersburgo). A diferencia de la Primera Guerra Mundial, nadie habló de paz, todos se prepararon para el siguiente round Occidente-Unión Soviética. Los rusos tomaron la delantera al “fusilar” el tipo XXI y construirse 200 iguales para su uso exclusivo. A éste seguirían el “Whiskey” y el “Foxtrot”, evoluciones del mismo. Los ingleses decidieron hacer modificaciones a sus submarinos de escuadra, quitándoles la artilleria y montándoles más batería junto con una torre más hidrodinámica. También se procuraron dos submarinos de propulsión Walter (peróxido de hidrógeno, agua oxigenada para el profano), denominados por sus tripulaciones HMS Exploder y HMS Outrageous, por sus frecuentes accidentes, a menudo precedidos de explosión interna. Era el antecedente de la propulsión AIP. Los norteamericanos fueron más radicales y procedieron a ejecutar el programa GUPPY (trucha preñada) Great Underwater Propulsive Program. Consistía en quitar la artilleria, afinar la torreta y demás excrecencias, montar sonares nuevos (a menudo sacrificando un par de tubos de torpedo), quitar dos de los cuatro diésel y doblar la potencia de bateria. Hubo un programa GUPPY I, IA, II y III, unos cincuenta ejemplares. Francia estudió a fondo el Roland Morillot y procedió a sacar sus propias conclusiones con los submarinos de gran crucero clase “Narval”. Tras arduos esfuerzos consiguieron aumentar en un 30% el período necesario de gran carena que tenía el Morillot y fueron felicitados por ello. Vive la France. Alemania, por rabisalsera tenía prohibido el acceso a los submarinos, no fuera que se montase la III Guerra Mundial antes de tiempo. En un país tercermund...digooo gran potencia mundial en el siglo XVII se construían los “D”, hábil intento de disminuir la población en la depauperada España. Arriba Franco, camaradas. Japón no tenía ni siquiera marina de guerra. Y a esto hay que sumar que se estaban empezando a recolectar los esfuerzos de la guerra en forma de nuevos torpedos autobuscadores y el VDS (Variable Deep Sonar). El VDS consiste en un “pez” que contiene un sonar y que se cala en el agua a profundidad conveniente, evitando así la “capa”, que a tantos submarinos alemanes y norteamericanos salvó. Los primeros ejemplares aparecerían en 1952.
Y con esta introducción, podemos comenzar las aventuras del submarino en la postguerra, período en el cual los electricistas soviéticos harían las delicias de los patrulleros de la U.S. Navy.
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juan de la cosa
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Faltaba la parte dedicada al acoso subacuático a la pérfida Albión. Aqui está.
Hasta ahora se ha hablado del comienzo de la guerra, de la gesta de los Dardanelos, pero aún no hemos estudiado el uso estratégico de los submarinos. Como durante la Segunda Guerra Mundial, estarían por dos veces a punto de vencer a la pérfida albión. A partir de Octubre de 1914 se empezó a discutir este tema de modo serio. Todo el mundo menos Tirpitz creía que era un método válido para acabar la guerra de modo rápido, antes de que el dogal inglés acabara con la resistencia alemana. Pero el Ejército y el gobierno se opusieron por temor a enemistarse a las potencias neutrales, entre las que descollaban los Estados Unidos. Y la cuestión se mantuvo como una discusión de gabinete, sin consecuencias prácticas. Por el momento se recurriría a la guerra de minas. A principios de 1915 llegarían a oidos del canciller alemán, Bethmann-Hollwegg rumores de que en los medios económicos norteamericanos existía resentimiento hacia inglaterra por causa del bloqueo al que era sometida Alemania y que impedía las exportaciones. Convencido de ello, Behtmann-Hollwegg retiraría su veto y el 22 de Febrero de 1915 comenzaría la guerra submarina en torno a las aguas británicas. Entre Febrero y Abril, los treinta submarinos disponibles hundirían 195.000 toneladas. La respuesta de los Aliados sería reforzar el bloqueo prohibiendo todo comercio, nacional o neutral, con los Imperios Centrales.
El problema de declarar una guerra submarina sin restricciones es que tarde o temprano, hundirás a quien no quieres hundir...El 7 de Mayo de 1915 el trasatlántico Lusitania se hundiría en veinte minutos frente a la costa irlandesa. 1201 pasajeros muertos, entre ellos 100 norteamericanos (el multimillonario Vanderbilt sería uno de ellos). Y la opinión pública de todo el mundo, incluida la norteamericana, se volvió contra Alemania. De nada valieron las excusas ni la prohibición de atacar buques de pasajeros. La tenaza se iba cerrando. Cada vez (caso Arabic, caso Hesperian) que se producía una nueva atrocidad se imponían más restricciónes pero era inútil, la opinión pública mundial estaba en contra, y los Estados Unidos, que por la época ya eran los principales acreedores de los Aliados, tenían muy claro dónde estaban sus intereses. Y éstos no eran coincidentes con los del Káiser Guillermo II. El 18 de Septiembre Alemania declaró el fin de la guerra submarina. Pese a que era el caminio correcto y que aún no se había hallado respuesta adecuada a la amenaza submarina (545.000 toneladas hundidas entre Mayo y Agosto), el primer golpe había fracasado, pero su gran impacto no fue olvidado. En 1916 en Alemania se publicó un estudio que afirmaba que hundiendo 631.000 toneladas mensuales y recurriendo a la producción en serie de submarinos se lograría la rendición de Gran Bretaña en seis meses. La teoría era correcta pero ¿quién le pone el cascabel al gato?¿que hacemos con Estados Unidos?. Era la época de Verdún y de las teorías de aniquilación total de von Falkenhayn. Los políticos estaban en contra, los financieros a favor (dinero) y los militares estaban divididos. En Febrero de 1916 Scheer, el jefe de la flota, dió su particular giro de tuerca a la situación al dar orden de atacar a los transportes de tropas y a los mercantes armados en el frente de Flandes, el resultado fue el hundimiento del Sussex, con la consiguiente muerte de civiles. Nuevamente se recibieron órdenes de pararlo todo. La entrada en el conflicto de la neutral Rumanía hizo que el Ejército, deseando evitarse nuevos enemigos, se mostrara contrario a la Guerra Submarina, pero algo cambiaría la balanza. La crítica situación de Alemania, que ya empezaba a conocer las restricciónes alimentarias, la llegada al poder en Gran Bretaña de Lloyd George contrario a toda paz que no fuera capitulación, la derrota rumana y el fracaso de la iniciativa de paz del nuevo emperador de Austria, Carlos IV, hicieron que se diese un voto de confianza a la opción guerra total. El 7 de Octubre de 1916 el Reichstag votó dar a Hindenburg y Ludendorff plenos poderes para hacer la guerra total y sin restricciones en el momento que creyeran oportuno. Ya estaba todo preparado, pero aún faltaba la aprobación de Guillermo II, suprema autoridad de la nación. Esta llegó el 9 de Enero de 1917. En la conferencia imperial de Pless, Guillermo II impartió la siguiente orden al almirante Holtzendorff: “Ordeno que el 1 de Febrero empiece la guerra submarina sin restricciones y con la mayor energía”. Desde dicho día en adelante todo buque, neutral o aliado, era declarado presa legal. A disposición de Scheer existían 111 submarinos, a los que había que sumar veinte unidades aportadas por Austria-Hungría. Los teatros operativos eran las aguas que rodean a Gran Bretaña, el Golfo de Vizcaya y el Mediterráneo, con algunos submarinos operando en torno a las Canarias, la Azores, Dakar y en el Ártico y aledaños.
Al principio entre los Aliados reinó la confusión. Las primas del seguro marítimo subieron a un valor del 10% del valor del buque y su carga, muy por encima del 3% de 1916. Los astilleros se sobrecargaron con buques averiados y nuevas construcciones. Pero había dos factores que el II Reich había olvidado en su apuesta a todo o nada. El primero de ellos sería Estados Unidos, que entraría en guerra del lado de los Aliados el 2 de Abril de 1917, el otro de ellos era Fisher, le habían dado tres años de tiempo. Y el viejo león estaba preparado. A partir de mayo de 1917 se formaría el primer convoy Gibraltar-Gran Bretaña, al que seguirían otros. Los desarrollos que había ordenado preparar, la carga de profundidad y el hidrófono, estaban listos y había comenzado su producción en serie. La Historia demuestra que nunca hay que dar tiempo a la Gran Bretaña, de otro modo la pérfida Albión te ganará la partida. Y eso fue lo que ocurrió. La oportunidad de oro, la bala de plata que acabaría con Inglaterra, falló desde su inicio.
Pese a empezar con energía, la formación de convoyes pronto hizo que las pérdidas de tonelaje mercante, altas en un principio descendieran al 1% al final del período. Por otra parte, la caza de submarinos de acuerdo a principios científicos pronto revelaría ser un éxito. Veinte u-boote serían hundidos en el primer semestre de 1917, a los que seguirían 45 en el segundo. La situación en Alemania se deterioraba por momentos. En julio, hubo revueltas en la misma Alemania. La escasez de alimentos era palpable y la propaganda de los partidos de orientación comunista llamaba a los alemanes a la revolución. En 1917, de 87 submarinos construidos se perderían 66. Era la dêbacle.
En 1918 se aprobó un plan norteamericano consistente en minar con 100.000 artefactos las aguas del Mar del Norte entre las Orcadas y Bergen. En Abril, Roger Keyes, aquel cuyos submarinos dominaban las aguas costeras del Reich lanzó un asalto de comandos contra Ostende y Zeebrugge. Las aguas de Flandes ya no eran seguras, un submarino era hundido cada semana, era la tumba del submarinista alemán.
Ludendorff y Hindenburg lo apostaron todo al Frente Occidental. Había que llegar antes que los norteamericanos, era el Kaiserschlacht.
El máximo de tonelaje hundido a principios de 1918 subió a 324.000 toneladas pero a partir de Marzo disminuiria bajando a 118.000 toneladas en Octubre. Pese a que los astilleros franceses, italianos e ingleses estaban abarrotados, la producción norteamericanan compensaba de sobra las bajas. En el climax del Kaiserschlacht, cada cuatro días llegaban 30.000 soldados USA a las costas de Francia. Era el fin y ni siquiera los 160 submarinos, sus 18.000 tripulantes y la nueva organización podían arreglar eso. Cada vez más rápido, el régimen se descomponía.
En Septiembre vendría la retirada de Flandes y en Octubre se ordenó detener la guerra submarina. Era inminente la explosión social. En Alemania florecían las banderas rojas, la era dorada de Rosa Luxemburgo daba su inicio. A la orgullosa Alemania de Guillermo II, protector de todos los musulmanes del mundo la vencería el hambre y dos hombres que habían hecho lo correcto. Dichos hombres eran un agitador político, Winston Churchill, que dió la orden de movilización dos semanas antes de que la guerra comenzará y un viejo león, padre de la moderna flota británica y enemigo jurado del águila imperial alemana: el Primer Lord de Mar “Jackie” Fisher. Aquí termina la historia de la primera guerra mundial entre Alemania e Inglaterra, pero no hemos mencionado a los otros actores.
Los italianos y los austro-hungaros harían una guerra de guerrillas en el Adriático. Dado que no había demasiados blancos, no obtuvieron grandes resultados. Los rusos, que diseñaron y construyeron el primer submarino minador del mundo, el Krab (1910-1915 ¡cinco años entre que se diseñó y se construyó!) no hicieron demasiado, hundiendo algunos buques turcos y poco más, el resto de los beligerantes no tienen historia reseñable. Y ahora tendremos que hablar del Tratado de Washington, génesis del diseño y política navales del período de entreguerras. Vamos a ello.
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juan de la cosa
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La Primera Guerra Mundial terminó en la conferencia de París, que comenzó el 18 de Enero de 1919. De ella saldría el futuro para buena parte de la Humanidad, muchas de las fronteras que se trazaron entonces, entre ellas la de Iraq, seguirían siendo válidas en el Siglo XXI. A diferencia del Congreso de Viena, que puso fin al período napoleónico, el vencido no tuvo ni voz ni voto en su resultado, era el Diktat.
Como resultado del mismo, Alemania sería dividida, desarmada casi hasta el límite y se vería forzada a pagar unas compensaciones que serían la causa de su ruina económica hasta la llegada a la Cancillería de un tal Adolf Hitler, el cual en dicha época vivía en unos barracones del ejército en Munich y se preparaba, como miembro del Abwehr a infiltrarse en una organización política, el NDAP, futuro NSDAP. Pero los Aliados cometieron un error grave, no forzaron la disolución del Estado Mayor del Heer. Y los Aliados habían humillado y empobrecido a Alemania. Un uno de Septiembre, veintiún años después, aquello tendría consecuencias. Pero ahora comienzan los Felices Veinte, y ahora hay que gestionar la victoria.
El Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda se enfrentaba a un grave problema: disponía de la mejor Armada del mundo, pero ya no podía pagarla. Y Estados Unidos y Japón se preparaban para arrebatarle el Tridente de Neptuno ¿Qué hacer?.
Por otra parte había un deseo universal de paz. Y Wilson (EEUU) proponía iniciar una era de paz bajo la égida de los todopoderosos Estados Unidos de América, siguiendo la “hoja de ruta” de los 14 puntos. ¿Qué hacer? La solución vendría de la diplomacia más astuta y eficiente del mundo...un Tratado.
Lo que la diplomacia inglesa propuso fue un tratado que estableciera una moratoria en la construcción naval militar, de acuerdo con un sistema de cuotas. De acuerdo con dicho sistema de cuotas, se establecería una paridad real entre Estados Unidos y Gran Bretaña, con Japón relegado a un tercer puesto. Se ofrecería a Estados Unidos compartir el dominio de los mares y se contentaría a Japón con un tratado de Amistad y Cooperación, las demás marinas serían meras comparsas del duo anglosajón. Las “Relaciones Especiales” se forjaron entonces. Era el Tratado de Washington (1921). A lo largo de la discusión del tratado, el Reino Unido trató de forzar la prohibición del submarino, pero la oposición de las demás potencias y ciertos avances en el desarrollo del ecogoniómetro hicieron que finalmente Gran Bretaña desistiera, limitándose a fijar un limite de tonelaje de los mismos. La validez del Tratado expiraba en 1931, momento en el cual debía celebrarse una nueva Convención Internacional, en el marco de la Sociedad de Naciones. Nunca llegaría a celebrarse.
Los Felices Veinte fueron una época de lentos avances para el arma submarina. La Kriegsmarine creó una oficina de diseño de submarinos en Holanda (de donde saldría la magnífica escuela de diseño holandés), guardó los planos de sus mejores submarinos bajo siete llaves y se dispuso a hacer creer a todo el mundo que había olvidado Scapa Flow.
La guerra había demostrado que el binomio diésel/motor eléctrico era el camino correcto y se abandonó definitivamente el motor de vapor, para secreto disgusto de muchos diseñadores franceses. Se adoptó el casco doble, el doble parcial o el simple con bulges, se mejoró el rendimiento de las baterías y se estudiaron medios para aumentar la autonomía de los submarinos. Se estudiaron mejoras en el campo de la artillería y aparecieron las primeras ametralladoras antiaéreas. En Inglaterra se prosiguió, en secreto y a un ritmo más pausado, el desarrollo del ecogoniómetro, futuro ASDIC. Pero el gran avance de dicha década fueron los torpedos. Junto al torpedo de aire caliente, aparecieron los de oxígeno y los eléctricos, una aportación alemana. Los japoneses comenzaron los estudios que desembocarían en el Tipo 93, las Largas Lanzas (20.000 metros a 50 nudos o 37.000 a 36 nudos). Se mejoraron las espoletas, que aún eran de percusión pero que en los treinta desembocarían en las espoletas magnéticas, que no precisan hacer impacto para detonar. Si es que las Ciencias avanzan que es una barbaridad, don Hilarión.
En dicha época aparecería un libro fundamental para el futuro de los submarinos, la obra sobre la guerra submarina del almirante alemán Eddy Bauer. En dicha obra se proponía la táctica del ataque en manada en superficie, era la génesis de la Rudeltaktik, las manadas de lobos, pero entonces no se tendría en cuenta, nadie creía que hubiera a haber otra guerra y el libro se quedó en las estanterias hasta 1935 en que Karl Doenitz, futuro Fürher alemán, fue nombrado jefe del Arma Submarina.
A lo largo de los Felices Veinte, los paises se limitaron a cumplir su cuota del Tratado de Washington y empezaron a preparar lo que serían los prototipos del período dorado del Arma Submarina: los años Cuarenta.
Inglaterra empezó con un patinazo, construyendo cruceros submarinos que no fueron a ningún lado. En 1924 apareció la clase “O” pesados, poco maniobrables y que constituirían las delicias de los cazasubmarinos italianos. De ellos derivarían las clases “P” y “R” de principios de los años treinta que eran “O” mejorados. Los franceses construirían el crucero-submarino Surcouf, una forma de tirar el dinero como otra cualquiera y comenzarían a explorar el mundo de los submarinos mínimamente decentes, fijando tres clases de submarino: de pequeño crucero (600-630 tonnes), el oceánico (1500 tonnes) y los de gran crucero. En su momento llegarían (1940) a alcanzar la prodigiosa profundidad de 90 metros. Perdonad que no siga, pero es que me tienen asombrado (tipo VII alemán: 220 metros- 1935-). Construirían una gran flota, como asimismo harían los italianos como un medio de superar las limitaciones del Tratado de Washington. Italia comenzaría entonces (1925) la construcción masiva de submarinos. Pudieron elegir entre dos tipos de diseño, los Cavallini y los Bernardis. Lógicamente eligieron los Bernardis, sobre cuyo diseño la historia emitiría el siguiente juicio: mediocres hasta decir basta. El que los prototipos basados en el Cavallini fueran bastante mejores eran detalles sin importancia para el Duce. También tendría consecuencias unos años después. Japoneses y norteamericanos construyeron submarinos de gran crucero, aptos para la guerra en los inmensos espacios del Pacífico. Unos llegarían a los “Gato” y sucesores, terror del tráfico marítimo japonés y los otros se dedicarían a intentar atacar a la escuadra de guerra enemiga, con gran contento de los jefes logísticos norteamericanos. En ambos casos eran excelentes submarinos, sólo que los japoneses no eran aptos para la construcción en serie, aspecto que no descuidaron los norteamericanos. La Unión Soviética comenzó la construcción masiva de submarinos, pero no hicieron nada decente hasta que se llegó a un acuerdo comercial con la Italia fascista y les pasaron los planos ¡cómo no! De los Bernardis, para gozo y alegría del submarinista soviético. Yo tengo para mi que hasta los años 70, ser un submarinista soviético (o ruso, como prefiráis) era una prueba de fe. En su momento hablaremos del único Héroe de la Unión Soviética que registran mis anales...¡temblad, alemanes viene Nikoläi Lunin!. Y así terminan los Felices Veinte ¿Un poco más de champán, querida?
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juan de la cosa
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Y llegaron los Treinta, heraldos del peor conflicto que ha conocido la Humanidad. Los Treinta llegaron precedidos del Crack del 29, que hundió la economía mundial. En dicho panorama de recesión, las recetas de Keynes de recurrir a la inversión pública como medio para recuperar la inversión privada fueron acogidas como el “Maná” por las empobrecidas marinas de guerra. Fue entonces cuando la US Navy comenzaría su particular carrera de armamentos, carrera en la que la Gran Depresión jugo un papel fundamental. No todos perdieron con la gran crisis...
Italia se lo jugó todo a la carta de la marina, y en ella los submarinos desempeñarían un papel clave. En Junio de 1940, víspera del conflicto que le enfrentaría a la Royal Navy, la Regia Marina alineaba 115 submarinos, una fuerza impresionante, al menos sobre el papel. Después se vería que no había para tanto. Italia disponía de una base industrial de gran calidad pero muy reducida e incapaz de participar en una guerra industrial como la que se avecinaba. Los submarinos italianos, derivados en su mayoría del mediocre diseño Bernardis probarían ser de inmersión lenta, enormes superestructuras que entorpecían la maniobra, al lanzar sus magníficos torpedos de oxígeno emitían una enorme burbuja en la superficie, eran ruidosos bajo el agua...a pesar de todo, la Royal Navy experimentaría sus mayores desastres en el Mare Nostrum, no hay que subestimar a los capitanes italianos. Los ingleses, fiados del ASDIC, construyeron las series “O”, “P” y “R”, la delicia de los cazasubmarinos italianos. Paradójicamente, construirían la magnífica serie “U” como submarinos de entrenamiento desarmados. Afortunadamente, alguien sensato en el Almirantazgo hizo que el arma que haría famoso a Wanklin recibiese cuatro tubos lanzatorpedos. England Expects...No todo serían errores en la Royal Navy, también se produjo la serie “S” de submarinos de medio desplazamiento. Junto con las nuevas centrales de cálculo electromecánico, antecedente del ordenador de cálculo de tiro y las espoletas magnéticas, los avances técnicos se sucedieron a un ritmo cada vez mayor. Los franceses construirían una gran flota submarina, pero que no tendría oportunidad de demostrar sus capacidades. Como comentario, su limite de inmersión estaba fijado en 90 metros. Norteamericanos y japoneses proseguirían el desarrollo del submarino oceánico de crucero, que en el caso de los primeros les llevaría a la magnífica serie “Gato”. Pero aún no hemos hablado de Alemania...¿qué se estaba tramando allí?. El plan Z proponía disponer de una flota de 249 submarinos para 1946 y, de momento, se proponía concentrarse en tres tipos: uno costero que serviría de escuela (el tipo II, basado en el UBII de la Primera Guerra Mundial), uno de alta mar y de fácil producción en serie (el tipo VII, basado en el UBIII de 1918, vía la clase Vetehien finlandesa) y el tipo oceánico (el tipo I, que posteriormente desembocaría en el IX). Como empleo estratégico estaría la guerra al comercio marítimo, con el objetivo de hundir más barcos que los que el enemigo pudiese producir. El empleo táctico se basaría en las ideas de Bauer, ataque en superficie de noche por manadas de lobos sobre los previsibles convoyes que formaría el enemigo.
Los rusos dispusieron de la mayor flota submarina del mundo, casi trescientas unidades que se demostrarían “useless” (inútiles) frente a sus germanicos enemigos. Un ejemplo de ellos fueron los “ShCh” de los que se construirían 90 ejemplares. Sus grandes éxitos, éxitos logrados al costo de 32 submarinos hundidos, serían el hundimiento del U144 en el Báltico y el de un petrolero en el Mar Negro. Cosas que pasan cuando usas tecnología italiana como base para tus diseños (me estoy refiriendo a la tecnología italiana de la época, que quede claro).
El único episodio militar reseñable de la época sería la Guerra Incivil Española, guerra en la cual la Armada de la República sería capaz únicamente de actuar como correo submarino cuando las comunicaciones con Cataluña se cortaron y el acoso de los submarinos italianos a la Flota roja, con puntuales intervenciones alemanas. Nada importante se dedujo de dicha guerra. Y llegó el mes de Septiembre de 1939, la Segunda Guerra Mundial
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Y llegó la guerra...la guerra que daría origen al Reich de los Mil Años, la guerra que sólo un hombre quería...la Guerra. En realidad se originó por un error de cálculo, pues el proyecto era empezarla en 1946, cuando el Plan Z estuviese listo. Los astrólogos dijeron no, pero los pelotas dijeron sí. El 1 de Septiembre de 1939 empezó la fiesta otra vez. Hitler, que admiraba a sus “primos ingleses” no quería practicar de nuevo la guerra submarina, así que dió orden de limitarse a atacar navíos de guerra. Pero que si quieres arroz, Catalina...a los pocos días el U-30 hundió al buque de pasajeros Athenia, creándose la psicosis de que era una nueva guerra submarina. Inmediatamente el Führer dió orden de no atacar ni siquiera a los transportes de tropas, que era lo que el infeliz de Lemp creyó que atacaba, pero el daño, daño que los propagandistas aliados propalaron a los cuatro vientos, ya estaba hecho. Rápidamente los ingleses restablecieron el sistema de convoyes y se procedió al reparto de zonas de responsabilidad. Mediterráneo para los franceses, el Atlántico Sur a medias y el resto del mundo para Inglaterra. El Athenia también fue un precedente, era el primer buque mercante hundido en la guerra y el primer buque hundido, the shape of things to come. Rápidamente el Almirantazgo procedió a cubrir con submarinos toda la zona costera del Mar del Norte, mientras los franceses hacían lo propio contra Italia, cuyas directrices políticas se ignoraban. El primer buque alemán hundido sería el U-39, hundido mientras atacaba al Ark Royal, navío que se salvaría gracias a un defecto en las espoletas del alemán. Dicho defecto sería plenamente patente durante la campaña de Noruega y daría origen a un amargo comentario de Gunther Prien sobre que no se le podía enviar a combatir con armas de juguete. Pero hasta entonces eso se ignoraba en Alemania, que tenía plena fe en su armamento. El 17 de Septiembre el U-29 hundiría al Corageous, portaaviones de su graciosa majestad, cuando éste actuaba como lider de grupo antisubmarino, primera víctima. Pero hubo algo más en este hundimiento: el fin de la escuela de la caza activa de submarinos. El Corageous estaba realizando un experimento por el cual un portaaviones y su grupo de escolta “peinaban” una zona activamente y cazaban a todo submarino contenido en ella. A partir de entonces, y exceptuando un breve período en 1943 en el Golfo de Vizcaya, dicha escuela desaparecería. Incidentalmente también, muchos creyeron que el portaaviones estaba acabado, lo que hizo que se cancelaran las obras de los dos portaaviones franceses y del Graf Zepelin de la Kriegsmarine.
El 12 de octubre, el U-47 de Gunther Prien entraba en la historia al hundir en Scapa Flow, sede de la Flota Británica, al Royal Oak, acorazado de segunda clase. De los cuatro intentos que hubo en las dos guerras mundiales, éste fue el de mayor éxito. Prien moriría en la Batalla del Atlántico, pero al que interese, dejó escrito un libro de memorias narrando sus aventuras como marino en los siete mares (el Pacífico, el Atlántico y el Índico en velero, con dos cojones).
Pero nos hemos olvidado del Arma Submarina Inglesa ¿hicieron algo?. Pues sí señor, sí hicieron. El 4 de Diciembre el submarino clase “S” Salmon, al mando del capitán de corbeta Bickford hundía al primer submarino hundido por otro en dicho conflicto, en este caso estamos hablando del U-36. El 13 torpedeaba al Leipzig y al Nürnberg y con esto Bickford ganaba la D.S.O. (Distinguised Services Order). Ninguno de ambos buques, de los escasos buques de los que disponía Raeder, participaría en la Campaña de Noruega. Para finalizar el año, el 28 de Diciembre, el U-30 le hacía una inocentada al Almirantazgo, averiando al acorazado Barham. Y así termina el Anno Domini MCMXXXIX, continuaremos.
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Las operaciones de la campaña Noruega comenzaron el 2 de Abril de 1940. Debido al fallo de las espoletas de los torpedos, la participación de la U-bootwaffe sería irrelevante, excepto por la pérdida del U-64, primer navío perdido por ataque de aviación. Tampoco sería muy importante la aportación aliada. A la campaña de Noruega seguiría la Batalla de Francia, comenzada un 10 de Mayo del mismo año. En Julio ocurrirían cosas importantes. Fue entonces cuando se autorizó la cosntrucción de 25 submarinos al mes, en lugar de los cuatro mensuales que estaban estipulados. Asimismo, se dió orden de comenzar a atacar el tráfico inglés, comenzaba el “Glückliche zeit”: muchas presas, pocos escoltas, pero sir Winston era mucho sir Winston y los remedios ya estaban en camino. Como en la Primera Guerra Mundial, le habían dado tiempo a Inglaterra, concretamente casi un año. Y sir Winston, un viejo león, iba a aprovechar muy bien ese tiempo. Para empezar, había llegado al acuerdo “buques por bases” por el cual la Navy le cedía 50 viejos flush deck a cambio de bases en las Bermudas y el Caribe. Se había comenzado a recibir los patrulleros Ventura y los PBY. Pero no sería hasta Marzo del 43 que todo el peso vertido en la guerra antisubmarina haría efecto. Mientras tanto sólo se podía apretar los dientes y luchar. El retraso en dar la orden de atacar al tráfico mercante y en aumentar la producción de submarinos significó que, aunque muy efectivas, las “manadas de lobos” eran sumamente escasas. La técnica era sencilla, se formaba una barrera móvil de 6 u 8 submarinos y se aguardaba al primer contacto. Una vez establecido, se procedía a maniobrar en superficie hasta situarse frente al convoy. Cuando la noche llegaba, atacaban en superficie, el número mínimo era de 3 ó 4 submarinos. Cuando los agobiados escoltas aparecían, nuestros lobos se sumergían y así terminaba la historia. Había un programa en marcha de construcción naval mercante y otro de escoltas, pero inicialmente los convoyes eran escoltados por uno o dos destructores o corbetas. En 1940, 1059 mercantes besarían el frío bentos. En 1941 serían 875 con 3.295.090 toneladas. En 1942 estaríamos hablando de 1172 (6.150.340 toneladas) y hasta mayo de 1943 hablamos de 264 buques (1.516.658 tons.). En 1941 había operativos 22 U-boote, que serían 212 en Enero de 1943. Era la verdadera Batalla de Inglaterra, batalla que, una vez más, ganaría la Union Jack. En Julio de 1940 los alemanes introdujeron el torpedo eléctrico G7 sin estela, que sería seguido por el acústico autobuscador FAT, un antiescoltas, a principios de 1943. Ambos bandos incorporarían el radar y mejorarían las prestaciones de sus equipos. Los Aliados desarrollarían la técnica de lanzamiento de 14 cargas simultáneamente, añadirían los Hedgehog, lanzacohetes antisubmarinos y los equipos Huff-duff (HF-DF) de localización de emisiones de radio. Era una guerra sin cuartel. Desde su puesto de mando en Kérnevel, el BdU, Doenitz, guiaría a sus hombres a la batalla. Dichos hombres zarparían de Lorient, Saint-Nazaire, Burdeos y La Pallice, en un Golfo de Vizcaya dominado por la RAF. Éstos son los mimbres del cesto. La historia más o menos, es la siguiente: en Julio de 1940 se dió la autorización para proceder a la guerra submarina sin cuartel y al inicio de un programa de construcción masivo de submarinos. Se procedió a trasladar a los submarinos a sus nuevas bases. Aquí interviene la parte cómica de la historia con los italianso. Dichas criaturas, que sabían que la guerra submarina se hace en el mar (poco más), pretendieron colaborar con los alemanes enviando todos sus submarinos oceánicos a Burdeos (Betasom- 30 sumergibles). En 243 días, a partir de 4 de Septiembre de 1940 hundieron...un buque. Visto el éxito se procedió a darles más entrenamiento, modificar los submarinos (minuto y medio para sumergirse- tipo VII alemán 30 segundos) y darles la función de exploradores. Nuevamente fracasarían. Finalmente,desesperado por los 30 gorrones que tenía ocupando espacio en Burdeos, Doenitz los mandó lo más lejos que pudo, concretamente al Atlántico Central, donde hundirían 101 (bueno 100 buques y el de los 243 días) mercantes. La técnica no falla jamás, fallan los técnicos. Bueno, volvamos a las cosas serias. En los dos primeros meses de 1941, Gran Bretaña perdería 150 buques por los esfuerzos combinados de las minas, los tipo VII y los Condor. En Marzo ocurriría un pequeño milagro, al ser hundidos tres ases de los submarinos: Prien, Kretschmer y Schepke, pero para entonces faltaban 3.440.772 toneladas en el tonelaje de la Merchant Navy. Fue entonces cuando llegaron los 50 “flush deck” a Gran Bretaña, pero nada bajaba aún de las gradas y la situación era crítica. Rápidamente se prepararon los primeros buques MAC y CAM, que proporcionarían cierta capacidad de ataque a media distancia a los convoyes. El 9 de Mayo de 1941 hubo un golpe de suerte, al ser capturada la máquina Enigma del U-110 mientras éste se hundía en el Atlántico. Desde entonces y hasta el cambio de claves, en 1942, el Almirantazgo llevaría las de ganar en el tema de la inteligencia. Si en 1941 se hubiesen dispuesto de los más de 200 submarinos disponibles a fines de 1942, otro gallo hubiera cantado para los Ingleses. El 18 de Abril, los EEUU se apuntaban a la fiesta, fijando la zona protegida por la Navy hasta el meridiano 30º Oeste e iniciando una guerra de nervios con los U-boote. A dicha guerra no responderían los alemanes, pues Hitler dió orden de no crear problemas hasta que la campaña de Rusia estuviese concluida. Claro que habría incidentes, incidentes que culminarían con el hundimiento del Reuben James por el U-552 un 31 de Octubre de 1942 mientras éste protegía el convoy británico HX156. Entonces se dió orden de desplazar submarinos al Mediterráneo en vista de la eficacia de los sommergibili italianos en el susodicho Mare Nostrum y la tensión bajó. Los norteamericanos no podían hacer más, excepto declarar la guerra y los alemanes bajaron bastante la presión en el Atlántico. Y entonces llegó Pearl Harbour.
Con el ataque japonés del 7 de Diciembre, la Segunda Guerra Mundial se convertía verdaderamente en mundial. El 11 de Diciembre, el Führer daba orden de declarar la guerra a Estados Unidos, empezaba el segundo “Glückliche Zeit”.
Los norteamericanos pensaban que la guerra jamás llegaría a sus costas, así que no habían organizado la defensa. Cuando los primeros lobos llegaron, fue la debâcle. En Enero cayeron 25 con 185.585 toneladas, les seguirían más.
Dado que el Atlántico Norte se ponía peligroso, el BdU dió orden de explorar nuevos mundos, concretamente Cabo Verde, Freetown, las costas de Brasil y procedió a enviar (Grupo Monzón) submarinos a Penang, en Malasia. Aún así, la nueva seguridad en las comunicaciones permitiría aumentar el porcentaje de convoyes interceptados del 12 al 34%. La situación en Whitehall se percibía como grave. Hasta Marzo de 1943, aún empeoraría.
Y llegó 1943...y con él un terrible temporal que barrió el Atlántico Norte. Los submarinos, en número de 60, no podían atacar sus blancos. Cuando el temporal cesó, una espesa niebla se cernió sobre las aguas. A través de dicha niebla los submarinos estaban ciegos, los lobos grises no podían atacar. Sus detectores pasivos Metox no detectaban ninguna señal, señal que sí captaban los radares en banda S con los que se acababa de dotar a los escoltas. Para empeorar las cosas, los grupos Hunter-killer acababan de hacer su aparición, junto con los Liberator, las bases en las Azores y ¡oh sorpresa! Las sonoboyas y el primer torpedo antisubmarino, el Mk.10. Doenitz acababa de hacer entrar en servicio otro torpedo antiescolta, el T5 “Zaunkönig”, pero llegaban para él las horas más amargas. Entre el 21 de Marzo y el 28 de Mayo, 33 convoyes atravesarían el Atlántico. Frente a ellos habría 398 lobos grises. Sin embargo, los Aliados habían cambiado el cifrado y sólo 14 convoyes sufrirían ataques a cargo de 42 submarinos. Al costo de 29 lobos hundidos y 25 averiados, hundirían 43 buques. La marea había cambiado de sentido. Los grupos Hunter-killer y los Liberator habían cambiado el rumbo de los acontecimientos. Doenitz tuvo que darse por vencido y dió orden de cambiar de zona operativa. Ahora, el Atlántico central. Pero ya no era lo mismo, los Liberator empezarían a operar en las Azores a finales de año. Finalmente, Doenitz daría orden de disminuir las operaciones. Paradójicamente, cada mes bajaban la grada 20 submarinos. Pero ya era tarde, la única esperanza eran los “Elektroboote”, los tipos XXI y XXIII. El año terminaría con 352 buques hundidos. A los peligros de los Hunter-killer y los Liberator se añadieron las minas. En Octubre de 1943 se realizarían los primeros experimentos operativos con el Snorkel. En Junio de 1944 llegaría la invasión y los submarinos, con Snorkel y sin él, saldrían a defender las costas. Hundirían dos escoltas y un LST a cambio de 9 hundidos, 3 averiados y 13 que volverían a puerto antes de tiempo. La nueva zona operativa sería el mar de Irlanda, donde el asdic no era tan eficaz y las patrullas aéreas eran menores. Total: 14 mercantes-55 submarinos. Estaban a punto de entrar en servicio los nuevos tipos, en Diciembre de 1944, 60 tipo XXI y 30 del tipo XXIII estaban en situación de alistamiento, de un total de 455 submarinos en servicio. Pero el tiempo se acababa, los rusos amenzaban la zona de adiestramiento y los Anglosajones se acercaban desde el Oeste. El 25 de Febrero de 1945 un tipo XXIII, el U-2322 hundiría un mercante en el nordeste de Gran Bretaña, pero tres meses después, un 4 de Mayo, llegaría la orden de rendición. El sueño de Doenitz tocaba a su fin. Una vez más, un viejo león había vencido a la orgullosa águila alemana. Los submarinos recibirían la orden de acudir a los puertos de desarme enarbolando la bandera negra, la bandera de los piratas. Un triste fin.
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juan de la cosa
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La guerra submarina en el Pacífico constituye el triunfo de la táctica de la manada de lobos. Al igual que en el Atlántico, se trataba de una guerra de “producción” industrial en la cual los astilleros produccían barcos y los submarinos “producían” hundimientos. Antes de hacer un breve resumen de la guerra en dicho mar, es preciso prestar atención a las diferentes concepciones de ambos contendientes. Los norteamericanos consideraron la guerra submarina según una concepción imitada de la alemana, esto es, guerra a las líneas de comunicación. Por contra, los japoneses, influidos por la tradición del Bushido, en la cual el combate es con las fuerzas armadas adversarias, orientando en ese sentido la guerra submarina e, influidos por el pensamiento de “cree el ladrón que todos son de su condición” minusvaloraron la protección del tráfico. El primer convoy japonés no tuvo lugar hasta el 10 de Abril de 1942, cuatro meses después de comenzada la guerra. Diez viejos destructores, dos torpederos y cinco cañoneros tenían que proteger el tráfico entre Singapur y Moji, 2.500 millas marinas de nada. Se constituyó un segundo grupo, compuesto éste por cuatro viejos destructores, dos torpederos y un cañonero para proteger el tráfico militar entre Yokosuka y Truk. Poco tiempo después, cuando los norteamericanos superaron el grave fallo de sus espoletas y sus torpedos MkXIII, iniciaron la guerra al tráfico. Pese a la que ya empezaba a caer, hasta Junio de 1943 no se autorizó la construcción de 40 destructores de escolta, la clase “Matsu” y no sería hasta Noviembre del mismo año que se crearía un mando unificado de escoltas, con sólo 50 unidades de escolta y cuatro portaaviones, que no entrarían en servicio hasta Julio de 1944. De todas formas, dichos portaaviones no servirían de nada, dado que se les asignaban los pilotos novatos y cuando éstos estaban ya formados se les desviaba a la flota de batalla, con lo que su efectividad fue nula y todos ellos serían hundidos antes de que acabara el año. Desesperados, los japoneses decidieron repetir la estrategia norteamericana de 1918 tendiendo amplios campos de minas complementados con radares y aviones de patrulla. Pero, el gran pero fue que para cuando los artefactos estuvieron construidos, sólo había cuatro minadores disponibles y la guerra iba en contra de Japón. Dió tiempo a tender algunos barrajes en el mar de China Oriental y en el Estrecho de Formosa. Tras múltiples discusiones, se dió el aprobado al inicio de un sistema de convoyes en marzo de 1944. Pero había un grave dilema: había tan pocos mercantes disponibles y la necesidad de sus cargamentos era tanta, que se prefería que navegaran independientemente de forma que la carga llegase antes. Frente a éste panorama, equipados con radar de 6.000 metros de alcance, equipos de radio VHF que facilitaban la Rudeltaktik, sonar y centrales electromecánicas de cálculo de lanzamiento, los 288 submarinos norteamericanos hundirían 4.780.000 toneladas de mercantes (1.113 buques) y un tercio de la flota de combate de la Armada Imperial (Kongo, Shinano, Kako...). ¿El coste? 55 submarinos hundidos. En el otro lado de la moneda, las largas líneas de comunicaciones entre California y el frente jamás serían molestadas y para el final de la guerra el Arma Submarina de la Rengo Kantai había cesado prácticamente de existir Sus grandes éxitos fueron el hundimiento del Yorktown, el Wasp y el crucero Indianapolis, su último gran éxito, cuando volvía de entregar la segunda bomba atómica en Tinian. Súmese a esto la campaña de minado de los B-29 a finales de 1944, y el tráfico marítimo japonés pudo darse por estrangulado. Y con esto, la guerra terminó para Japón, la doctrina del Bushido en la era de las guerras entre conglomerados industriales demostró ser un sinsentido.
Yo soy partidario de dar un tono épico o bien humoristico a mis relatos, pero la destrucción con principios industriales de las flotas mercantes, tal y como fue en el Atlántico y el Pacífico no da para más, otra cosa es ¡cómo no! Con mis queridos italianos. Pese a disponer de 115 submarinos al principio de la guerra, el magnífico diseño Bernardis hace mis delicias. El submarino italiano típico tardaba minuto y medio en sumergirse (torretas enormes), disponía de poca resistencia estructural (hay fuertes sospechas de que robaron diseños franceses y de que “suicidaron” al diseñador de la serie “F” por hacer las cosas bien) y, para rematar la película, no disponían de central de cálculo de tiro (era a “ojimetro”). Súmese a eso que, cuando lanzaban un torpedo, una enorme burbuja aparecía en la superficie facilitando la localización del infortunado. A todo lo cual hay que añadir diseños oceánicos y unos magníficos torpedos, pero de escasa producción. Hubo que rebajar las torretas, inventar el dispositivo “senza bolla” para disminuir o evitar la aparición de la burbuja y hacer todo tipo de brujerías a la flota del Duce. La mejor sería la serie de submarinos de submarinos “Perla”, unos Bernardis que al final salieron bien. Ya he mencionado la magnífica aportación de 30 gandules al esfuerzo de guerra alemán en el Atlántico. Entre el Asdic y los patrulleros navales, el esfuerzo italiano sería estéril pero divertido, lástima que en la guerra muera gente la verdad. Por contra, sería en el Mediterráneo donde Wanklin ganaría la cruz Victoria y donde la Submarine Arm ganaría sus laureles. A un gran costo, eso sí, dado que al principio se trató de submarinos clases “O” y “P” que fueron un gozoso descubrimiento para el Arma de Destructores italiana. Pero pronto los submarinos de Haifa, Alejandría y Malta estrangularían el esfuerzo italiano. Pero, pensándolo bien, ¿qué te esperas de gente que tiene una dispersión entre salvas superior a 500 metros, por fallo de la logística?. Y con esto, amiguitos, termina la Segunda Guerra Mundial o la guerra industrial masiva llevada a su extremo. Ahora comienza la Guerra Fría donde el átomo, las células de combustible y los SSBN dictarían su ley.
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juan de la cosa
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Después de la guerra se vió cuánto había que agradecer a Koshkin, el diseñador del T-34. Sin su invento, que acabó con la zona de entrenamiento alemana y buena parte de los astilleros, la Batalla del Atlántico hubiera tenido segunda parte. Y hubieran ganado los alemanes. Cuando se descubrieron las increibles capacidades del tipo XXI, todo el mundo convino que se habían salvado por poco. Lo primero que se hizo fue estudiar los ejemplares capturados, el motor de peróxido de hidrógeno, los nuevos torpedos para lanzamiento en profundidad...hubo trabajo que hacer después de la guerra. Los franceses tuvieron uno, que llamaron Roland Morillot, los ingleses y los americanos dos y los rusos tres. Todos estudiaron sus capacidades y en el caso de los rusos “transplantaron” astilleros y secciones enteras (el tipo XXI se construía por secciones, como los Gato norteamericanos) a Sudomekh, en Leningrado (hoy San Petersburgo). A diferencia de la Primera Guerra Mundial, nadie habló de paz, todos se prepararon para el siguiente round Occidente-Unión Soviética. Los rusos tomaron la delantera al “fusilar” el tipo XXI y construirse 200 iguales para su uso exclusivo. A éste seguirían el “Whiskey” y el “Foxtrot”, evoluciones del mismo. Los ingleses decidieron hacer modificaciones a sus submarinos de escuadra, quitándoles la artilleria y montándoles más batería junto con una torre más hidrodinámica. También se procuraron dos submarinos de propulsión Walter (peróxido de hidrógeno, agua oxigenada para el profano), denominados por sus tripulaciones HMS Exploder y HMS Outrageous, por sus frecuentes accidentes, a menudo precedidos de explosión interna. Era el antecedente de la propulsión AIP. Los norteamericanos fueron más radicales y procedieron a ejecutar el programa GUPPY (trucha preñada) Great Underwater Propulsive Program. Consistía en quitar la artilleria, afinar la torreta y demás excrecencias, montar sonares nuevos (a menudo sacrificando un par de tubos de torpedo), quitar dos de los cuatro diésel y doblar la potencia de bateria. Hubo un programa GUPPY I, IA, II y III, unos cincuenta ejemplares. Francia estudió a fondo el Roland Morillot y procedió a sacar sus propias conclusiones con los submarinos de gran crucero clase “Narval”. Tras arduos esfuerzos consiguieron aumentar en un 30% el período necesario de gran carena que tenía el Morillot y fueron felicitados por ello. Vive la France. Alemania, por rabisalsera tenía prohibido el acceso a los submarinos, no fuera que se montase la III Guerra Mundial antes de tiempo. En un país tercermund...digooo gran potencia mundial en el siglo XVII se construían los “D”, hábil intento de disminuir la población en la depauperada España. Arriba Franco, camaradas. Japón no tenía ni siquiera marina de guerra. Y a esto hay que sumar que se estaban empezando a recolectar los esfuerzos de la guerra en forma de nuevos torpedos autobuscadores y el VDS (Variable Deep Sonar). El VDS consiste en un “pez” que contiene un sonar y que se cala en el agua a profundidad conveniente, evitando así la “capa”, que a tantos submarinos alemanes y norteamericanos salvó. Los primeros ejemplares aparecerían en 1952.
Y con esta introducción, podemos comenzar las aventuras del submarino en la postguerra, período en el cual los electricistas soviéticos harían las delicias de los patrulleros de la U.S. Navy.
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juan de la cosa
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La historia del Arma submarina norteamericana comienza con esos submarinos GUPPY transformados tras la guerra. La historia comenzaría en 1946 cuando un comité mixto de científicos, encabezado por el doctor Abelson y de militares, entre ellos el capitán de navío Rickover. Abelson había estudiado a fondo los planos del tipo XXVI y estaba convencido de que era posible sustituir la propulsión walter por un reactor nuclear. Cuatro años más tarde, Rickover encabezaría el programa de construcción de un submarino nuclear, que se realizaría en colaboración con la Westinghouse. Tras un período de desarrollo inusualmente breve, el 14 de junio de 1952 se pondría la quilla en Groton del Nautilus, básicamente un tipo XXI con propulsión nuclear. El 17 de Enero de 1955 daría inicio la primera navegación a propulsión nuclear. El 30 de Marzo surcaría los mares el Seawolf, cuyo reactor nuclear estaba refrigerado por sodio líquido. Problemas de corrosión inherentes al refrigerante utilizado harían que volviese a la refrigeración por agua. Pero había un problema fundamental: ¿Cuál es la mejor forma hidrodinámica para la navegación subacuática?. A ello daría respuesta el Albacore, completado en 1953 y que halló la forma ideal: el casco en forma de gota de agua. Las pruebas del Albacore fueron memorables, en ellas se llegó al extremo de realizar ¡rizos bajo el agua!. Se alcanzaron velocidades de 35 nudos y se experimentó todo tipo de configuraciones: timones en X, timones en T, timones a proa, timones en la vela. Serían estos dos navíos, el Nautilus y el Albacore los que darían, junto al Tullibee de 1958 los que marcarían la pauta de los submarinos norteamericanos y con ellos, la de todos los submarinos occidentales. El Tullibee era un submarino experimental con sistema de propulsión turboeléctrico (se refiere a la transmisión de la fuerza desde el reactor), con los tubos a los costados y con el sonar a proa, esquema que repetirían todos los cazadores norteamericanos. Habrían pequeñas series de submarinos experimentales pero con los Skipjack llegaría la madurez. Con los estabilizadores en la vela, sonar en la proa y casco de gota, serían operativos hasta el fin de su vida activa. Aún habia que resolver algunos problemas, las bombas que presurizaban el agua de refrigeración del reactor eran ruidosas y no serí hasta el Narwhal de 1969 que se introduciría la refrigeración por circulación natural, que se aplicaría en los submarinos clase Los Angeles. A los Skipjack seguirían los Tresher, los Sturgeon, los Angeles y los Virginia, los Seawolf constituyen una clase aparte. En todos los casos, dichos submarinos serían considerados “state of the art”.
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juan de la cosa
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La historia del Arma submarina soviética es más divertida que la norteamericana y se basa en una canción de La Polla Records: “La asamblea de majaras ha decidido...mañana ¡sol!”. Nos podríamos remontar a 1938 cuando el plan quinquenal de entonces hablaba de una flota soviética que dominaría los océanos y se los arrebataría a los capitalistas. Como resumen de la actuación de la flota soviética durante la guerra está la Orden de la Bandera Roja asignada a Nikolaï Lunin, un prodigio basado en el oido. La historia fue la siguiente: nuestro amigo patrullaba en un SchCh frente al fondeadero del Tirpitz. Tras ingerir la botella de vodka de las 5:30 pm nuestro amigo juró que frente a él habia pasado el Tirpitz. Dió orden de lanzar seis torpedos y se sumergió a profundidad máxima. Una vez a profundidad máxima y tras una ronda de vodkas entre él y el sonarista, ambos juraron que oyeron detonaciones y el ruido de un casco rasgado. Obviamente, hubo más vodka en Arkangel cuando regresó. Entre vodka y vodka, le propusieron para la susodicha Orden y ahi quedó todo. Por supuesto, los Lancaster con Tallboy, los submarinos enanos X y los más de veinte intentos del Fleet Air Arm contra el gigante quedaron en nada frente a dicho prodigio basado en el oido (y la vista). El caso es que en 1945 el ejército soviético se paseaba frente a los restos del III Reich buscando tecnología para el subsiguiente round contra el capitalismo (sí, siempre el capitalismo) y la hallaron. Hallaron más de veinte Tipo XXI en diverso estado de construcción y los astilleros más o menos intactos. Como ya se ha narrado, se hizo un “transplante” de maquinaria, secciones de submarino y operarios y se los llevaron a Leningrado y Severodinsk. Allí los susodichos obreros y campesinos le darían al “Tio Pepe” (así le llamó Rooselvet) 200 copias, por supuesto “mejoradas” por la mano de obra rusa. Hasta que apareció el tipo Victor, y aún después, el sistema eléctrico solía pelarse, con el consiguiente riesgo de incendio y los reactores nucleares no eran seguros (llegaría al extremo de crear hospitales secretos para submarinistas irradiados). A la muerte del Dictador, le sustituiría Kruschev, un veterano de Stalingrado. La política fue mejorar el Tipo XXI (denominado Whiskey por la OTAN) y de alli se paso al Foxtrot, que sería seguido por el Romeo. La idea era librar la III batalla del Atlántico por criterios de cantidad. Y entonces, en 1955 apareció el Nautilus. El partido decidió que también quería ese juguete. Dió igual que los técnicos hablasen de crear un solo prototipo en un plazo razonable (ellos hablaron de unos cinco años) y hacer pruebas. El Partido dice....En 1958 el primer November, el K-3 estaba navegando. El reactor tenía fugas, era ruidoso, hubo varios incendios en el sistema eléctrico...daba igual, en un régimen donde la falta de resultados te podía llevar a la Lubianka, los resultados se obtuvieron. La asamblea de majaras ha decidido...y varios miles de marineros soviéticos pagarían el pato. No tocaré el tema de los lanzamisiles balísticos porque considero que es para otra serie, pero también tuvo tela. El partido estaba feliz con sus 14 submarinos nucleares y todo estaba bien...hasta que empezaron los viajes sin retorno a Siberia por fallos técnicos y fugas radioactivas. Y llegó Breznev. Hasta entonces (y esto es válido también para los November) la forma del casco era tipo fusiforme y no se hallaba una relación directa entre la potencia instalada (brutal) y la velocidad alcanzada. Entonces alguien tuvo una idea ¿Y si imitamos a la naturaleza?. Dicho y hecho, tras hacer un minucioso estudio hidrodinámico de las belugas, los delfines y otros mamiferos marinos, la armada soviética llegó al casco de gota por otros procedimientos. La clase Victor y los subsiguientes Akula, Mike y Alfa imitaron a las belugas con formas romas, gruesas y con velas achatadas. Los Alfa fueron un intento por obtener un submarino interceptador. La idea es que a 43 nudos y 900 metros de cota de inmersión serían los guardianes del bastión del Norte. Eran muy ruidosos y el resultado de meter un reactor muy potente en un casco muy pequeño. Se hizo una gran inversión en tecnologia de torpedos y se investigó mucho en tecnologia de misiles de lanzamiento subacuático. Dentro del esquema soviético se dió mucha importancia a los submarinos lanzamisiles. La idea era que, en colaboración con los Tu-22 y coordinados por un Tu-142 se lanzarían salvas de 200 o más misiles contra las Task Forces de la US Navy. El culmen llegaría con los Oscar uno de los cuales sería el tristemente célebre Kursk. Pero finalmente ganaría el capitalismo y durante varios años no habría más submarinos nucleares de ataque. El esquema soviético distinguía entre submarinos defensivos, destinados a defender el Bastión nuclear y submarinos de ataque, destinados a la 3ª batalla del atlántico. Asimismo combinaba submarinos diésel y nucleares, cantidad y calidad. Para defender el Bastión estarían la clase Tango (diesel) y los Victor y para la Batalla del Atlántico estarían los Kilo y los Akula, con los Victor III repartiéndose en ambas tareas. Pero hoy día apenas subsiste un resto de la antigua potencia. Lástima.
Mañana hablaremos, una vez más, de los intentos europeos de que les tomen en serio. ¡Vive la France!
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