En el litoral mediterráneo hallaron sol, mar, placer..., una ley no muy dura y negocios legales en los que lavar el dinero manchado .Las tres grandes redadas contra la mafia rusa desvelan la vida de lujo y placeres que sus capos llevan en el Levante .Los 'vor z konen' nunca se manchan las manos. Su objetivo es pasar desapercibidos o ser conocidos como hombres de negocios
Vitali Izguilov llevaba una vida «ostentosa», según una inspectora que participó en su detención .Al tráfico de armas y drogas, a la falsificación de moneda y de documentos, a las extorsiones, al contrabando de tabaco y de cobalto, a las palizas y asesinatos por encargo, a la trata de blancas, al control de grandes casinos como los moscovitas Golden Palace y Crystal Casino... Encontraron al este de la península ibérica todo lo que buscaban (sol, mar, luz, calidad de vida..., un mundo hecho a la medida de quienes tienen mucho dinero y poco reparo en gastarlo), pero también un país con unas fuerzas de seguridad poco habituadas a combatir a este tipo de organizaciones mafiosas, una legislación bastante complaciente en cuestiones como la tenencia ilícita de armas o el blanqueo de capitales, un territorio con grandes posibilidades de negocio, un puente natural entre Europa, África y Suramérica... Se convencieron de que era el lugar donde querían vivir y, como tenían la vida más que resuelta, simplemente así lo hicieron.
De ahí que ese día de marzo del 2002, tras haber sido alertados por colegas rusos y alemanes, los especialistas de la Guardia Civil estén asistiendo a ese insólito espectáculo constituido por el encuentro entre Kalashov y sus principales lugartenientes: entre ellos el georgiano Tariel Oniani, quien había fijado su residencia en Barcelona y que gestionaba algunas empresas de construcción que le servían de tapadera, y Vitali Izguilov, conocido por el sobrenombre de 'La Fiera'. La confianza con la que ambos se dirigen a Kalashov, su cercanía a lo largo de toda la velada, ese lenguaje físico no escrito, desvela sin género de dudas que son hombres de su máxima confianza. Sus lugartenientes.
Todavía es muy pronto para saberlo, pero los tres acabarán siendo detenidos.
Primer golpe policial
El picotazo de la avispa
Aunque la Policía sostiene en una nota oficial que 22 de los arrestados son presuntos capos mafiosos, existe una cierta decepción en las altas esferas del cuerpo. Kalashov y Oniani, los dos principales objetivos y cuyos nombre se habían mantenido en secreto, han conseguido burlar el cerco. Afloran sospechas de que han podido recibir un soplo. Sí ha caído 'La Fiera', Izguilov, quien pasaba largas temporadas en un chalé de El Campello (Alicante); en concreto, en la calle Almendros, en la zona de La Almadrava, próxima al mar. Desde ahí controlaba sus negocios legales en España: varios restaurantes en la provincia e inversiones inmobiliarias y hoteleras que se extendían por Cataluña, Baleares y Almería.
Ese primer golpe policial, en el que también es detenido Malchas Tetruashvili, mano derecha del huído Oniani, se cierra con el bloqueo de 800 cuentas bancarias, la intervención de importantes cantidades de dinero (232.982 euros, 11.524 dólares, 100.000 euros en pagarés y 16.200 euros en cheques), la incautación de 42 coches de alta gama y la inmovilización de gran cantidad de pisos y chalés, entre ellos un palacete en Castelldefels que sorprendió a los investigadores por su ostentosa y onerosa decoración a base de mármoles, tapices, maderas nobles y oro. Es el mejor ejemplo del modo de vida de los mafiosos rusos en España. Al menos, de sus dirigentes.
«La vivienda en cuyo registro participé no tenía nada de lujosa», recuerda ahora un agente murciano que colaboró en la 'Operación Avispa'. Frente al lujo de los capos, los 'soldados' de la organización llevan una vida infinitamente más modesta. Viven en pisos, muchas veces alquilados, y están permanentemente a disposición del jefe. Para lo que éste guste mandar.
Antiguos miembros de las fuerzas armadas, de cuerpos de élite, hombres curtidos en muchos casos en intervenciones militares, tienen un concepto mucho más laxo que el común de los mortales acerca del valor de la vida. «Si reciben la orden de matar, matan. No tienen reparos para hacerlo», explica otro agente especializado en combatir la delincuencia organizada. Y pone como ejemplo los casos de cuerpos descuartizados y abandonados en maletas -algunos de ellos, de mujeres de piel lechosa que pretendían abandonar el mundo de la prostitución- que periódicamente han venido sembrando las cunetas o los montes del litoral mediterráneo.
«Son asesinatos típicos de las mafias del Este de Europa», añade ese policía; «otra cosa es que puedas llegar a identificar a los autores, o a probarles el delito».
Mancharse las manos de sangre, si hay que manchárselas, es cometido de los 'soldados'. Los 'vor z konen' ('ladrones en la ley', por haber estado en prisión y porque presumen de que su palabra es ley) aspiran, al contrario, a pasar desapercibidos en España. Los delitos se cometen en la antigua URSS y el dinero obtenido se invierte en negocios legales en España: restaurantes y discotecas, empresas de transporte, astilleros, gasolineras y, principalmente, el sector inmobiliario, tanto la construcción como la adquisición de viviendas por todo el Levante.
De ahí que en el momento de ser detenidos, los capos apenas puedan ser acusados de otros delitos que el blanqueo de capitales, la asociación ilícita y, con un poco de suerte, si han cometido el desliz de no renunciar a tener a mano una pistola, de tenencia ilícita de armas. Cargos que garantizan que la estancia entre rejas no será demasiado prolongada.
Cae el líder entre líderes
'El Invisible' aparece en Dubai
Con la resolución judicial, que se prevé inminente, se cerrará una parte de la historia de la mafia rusa en España, que ha tenido a posteri otros dos capítulos, y ambos igualmente ambientados en el Levante español.
La 'Operación Troika' se desarrolló el 13 de junio del 2008, en Alicante, Palma de Mallorca y Málaga, y se saldó con 20 detenidos.Cuando entraron aquella cálida mañana en la vivienda del capo Vitali Izguilov -ya arrestado tres años antes en la 'Operación Avispa'-, a los agentes de la Udyco les llamó la atención la presencia de varias botellas de cristal. Nada extraño si no fuera porque esa marca sólo figura en las cartas de los restaurantes más selectos del país. Vitali, considerado el 'número dos' de la peligrosa 'Tambovskaya-Malyshevkaya', una de las multinacionales del crimen ruso más poderosas del mundo, había vuelto a caer, esta vez en Alicante.
«Quizás se dio cuenta de que entrábamos; no opuso resistencia», relata una agente que participó en la redada. Idralov se encontraba en esos momentos con su mujer, sus dos hijos y una niñera, y no quiso montar el número. Posiblemente sabía que las fuerzas de seguridad le andaban buscando. Los investigadores lo sitúan como lugarteniente de Genandios Petrov, que fue apresado simultáneamente en Playa de Calviá (Mallorca), en un impresionante chalé colgado de un acantilado sobre el mar.
El modo de vida de 'La Fiera' era «ostentoso», según la inspectora que ha hablado para este diario. «Hasta los niños pequeños llevaban zapatillas de marca muy caras». Nada que ver con la vida que llevaba Giorgi N., uno de los detenidos ahora, hace apenas una semana, en la 'Operación Java'. Giorgi, de nacionalidad georgiana, es un judoka que ha ganado varios campeonatos y que residía con su familia en una humilde vivienda de uno de esos edificios protegidos del franquismo construidos hace cuatro décadas, en el barrio de Los Ángeles de Alicante.
Esta clase de organizaciones delictivas tiene esas cosas, esa particular jerarquía: Unos están arriba, muy, muy arriba, y otros abajo. Los últimos hacen méritos, casi como becarios, y pueden aspirar así a lograr un trabajo fijo en la 'familia'. Para ello, en ocasiones muy concretas, si los capos lo consideran necesario, tendrán que mancharse las manos de sangre.
Es así como funcionan las mafias de la antigua URSS asentadas en España. «No sabemos si con los golpes policiales que se les han asestado en estos años decidirán cambiar de aires», señala otro agente, no muy convencido. Y es que, detenciones al margen, nadie duda de que en el Levante español se vive muy bien. Infinitamente bien si se tiene mucho dinero y pocos reparos para quemarlo.
Son las 22.51 horas del 20 de marzo de 2002. Entre las mesas redondas vestidas con manteles blancos del salón principal del hotel Montíboli de Villajoyosa, decoradas con flores y globos de color champán, bajo las serpentinas doradas que despiden desde el techo reflejos de aurora boreal y junto a fuentes artificiales por las que mana incensante el vodka, un grupo de hombres impecablemente vestidos se abrazan como viejos colegas largo tiempo separados. Intercambian palmotazos en las espaldas, bromas y sonrisas. Una microcámara, discretamente instalada por los especialistas de la Guardia Civil, registra el encuentro. Cada segundo de filmación es un tesoro. Oro macizo. Nunca antes había sido filmado un encuentro similar: varios 'vor z konen', o 'ladrones en la ley', jefes mafiosos rusos, en plena celebración de la fiesta de cumpleaños del más grande de todos ellos, Zakhar Kalashov, alias 'El Invisible'. El jefe supremo. El 'ladrón en la ley coronado'.
La elección del escenario, un hotel de lujo de la costa alicantina, está lejos de ser casual. Los mafiosos de la extinta URSS comenzaron a llegar al Levante español en la década de los noventa, sin más pretensiones que disfrutar de fortunas amasadas gracias