http://www.abc.es/20090426/nacional-nac ... 90426.htmlEl avance insurgente talibán cerca a las tropas españolas en el oeste de Afganistán
MIKEL AYESTARÁN. ENVIADO ESPECIAL A AFGANISTÁN | KABUL Domingo, 26-04-09
El distrito de Bala Murghab se ha consolidado como el auténtico centro de operaciones talibán en el noroeste de Afganistán. Desde este valle al que prácticamente no entra un solo soldado extranjero desde el inicio de la misión internacional, la insurgencia ha logrado extenderse al resto de distritos de la provincia española de Badghis creando un auténtico cerco en torno a la capital, Qala-i-Nao. Menos de trescientos hombres en el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) en la capital, Qala-i-Nao, y la Base Avanzada de Operaciones (FOB) de «Columbus» a la entrada del valle de Bala Murghab, son las dos únicas islas de seguridad que aportan España, Estados Unidos e Italia, en cooperación con el Ejército y la Policía locales, a la segunda provincia menos desarrollada del país. «Y en este país desarrollo y gobernabilidad van de la mano, cuanto menos desarrollo, más fácil es para la insurgencia ganarse el apoyo de los locales», asegura el portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia en Afganistán (ISAF), Capitán Mark Durkin.
Con el distrito de Bala Murghab como centro neurálgico talibán, en Bagdhis se encuentran además dos de los 51 distritos del país que Naciones Unidas ha incluido en su lista de distritos «oscilantes».
Lugar inaccesible
Ghormach y Muqur ocupan el primer y sexto lugar respectivamente en grado de importancia según un organismo internacional que por medio de esta relación de distritos intenta que la comunidad internacional haga un esfuerzo extra en unos lugares en los que si no se actúa de forma urgente, la insurgencia se hará con el poder absoluto. Ante la impotencia española a la hora de intentar extender la presencia del gobierno afgano a Ghormach, este distrito pasó en diciembre a ser responsabilidad del PRT noruego de Faryab, con lo que España se libera de un lugar prácticamente inaccesible donde resultaba muy complicado llevar a cabo cualquier operación debido al enorme desgaste que suponía tan sólo el llegar al mismo.
«Los grupos armados insurgentes son muy activos y desde 2007 reciben apoyo de la cúpula talibán en Quetta (Pakistán)»
En el norte de Badghis, según el informe de Naciones Unidas elaborado en el marco del proyecto del Consejo Independiente de Gobernadores Locales (IDLG, por sus siglas en inglés) y al que ha tenido acceso este medio, «los grupos armados insurgentes son muy activos y desde 2007 están organizados y reciben apoyo directo de la cúpula de la organización Talibán en Quetta (Pakistán)».
El estudio asegura que «tras la ofensiva de 2007 la insurgencia controla Ghormach, Bala Murghab -los dos distritos de mayoría pastún- y va extendiéndose a Jawand y Muqur. La situación no mejora y la actividad criminal aumenta debido al tráfico de narcóticos y las rivalidades étnicas entre tayijkos y pastunes. A esto hay que unir la ausencia total de la presencia del gobierno fuerte y la falta de asistencia de la comunidad internacional», que en este caso está representada por España como nación que lidera el PRT provincial.
La falta de medios limita una misión española que dedica sus esfuerzos a los trabajos de reconstrucción y escolta a los civiles que se dedican a los mismos. Los otros dos pilares de la misión ISAF, seguridad y gobernabilidad, resultan imposibles con tan solo 250 hombres para toda una provincia.
El Plan de Seguridad elaborado entre los ministerios de Defensa español y afgano y que tiene el objetivo final de incluir esta remota provincia en el mapa afgano y dar presencia en la misma a las autoridades de Kabul, sigue sin ponerse en marcha y de momento no se ha desplegado ni el número de agentes de policía, ni el batallón previstos. Ante la gravedad de la situación y los «caveats» impuestos por Madrid a la misión, Estados Unidos parece dispuesto a enviar refuerzos a Qala-i-Nao y ya se han realizado las primeras consultas para poder desplegar junto a la nueva base española -aun en construcción- unidades americanas con capacidad de combate.
Asesinado por colaborar
En el caso de Muqur lo más preocupante es que se encuentra a las mismas puertas de Qala-i-Nao, capital de provincia en la que se encuentra la base española, por lo que la amenaza está ya a las puertas de la capital. La semana pasada el mulá Abdul Wahab, un influyente anciano local de Bala Murghab, fue abatido a tiros cuando se dirigía a Qala-i-Nao.
La falta de medios limita una misión española que dedica sus esfuerzos a la reconstrucción
Pese a que los medios afganos difundieron la noticia destacando que «los talibanes asesinan a un colaborador de los españoles en Badghis», fuentes del PRT español, aseguraron que se trató de un ajuste de cuentas y que no tuvo nada que ver con los proyectos de construcción que el anciano realizaba para la AECID.
La cooperación española habrá invertido un total de 150 millones de euros para finales de 2010 y su trabajo ha sido reconocido esta misma semana por los ministerios de Salud y Agricultura. Pese a la complicada situación de seguridad «los proyectos de AECID se están ejecutando al ritmo previsto», según su responsable en Qala-i-Nao, Ignacio Álvaro Benito. Sobre el terreno, sin embargo, la teoría no se cumple y esos millones no logran traducirse en seguridad.
Editorial del ABC
Las tropas españolas, en peligro
Domingo, 26-04-09
NO es la primera vez que los informes procedentes de Afganistán, como el que publicamos hoy, revelan el avance de los talibanes en la zona de responsabilidad española. La diferencia es que cada uno es más alarmante que el anterior, poniendo de manifiesto que la situación empeora sin cesar desde hace al menos dos años y medio, hasta el punto de que un documento de Naciones Unidas alerta ya sobre la posibilidad de que los talibanes se hagan con uno de los distritos que las tropas españolas deberían tener bajo su control. La Alianza Atlántica ha elaborado en este tiempo dos grandes documentos estratégicos sobre el conflicto: el primero, en la cumbre de Bucarest del año pasado, mientras que el segundo se ha empezado a plasmar en la que se celebró en Estrasburgo a principios de abril.
Todos los aliados tratan de ajustar su acción militar a unas circunstancias cambiantes, en busca de la mayor eficacia, pero, a pesar de esa constatación, el Gobierno español no ha considerado ningún cambio esencial en el papel de nuestros soldados en Afganistán. Al contrario, el presidente Rodríguez Zapatero se ha enrocado en una posición cicatera y las tropas españolas se limitan prácticamente a seguir las mismas instrucciones que tenían cuando llegaron, aunque la experiencia demuestre que la realidad es muchísimo más compleja que entonces.
En los últimos cinco años, España se ha limitado a apoyar en la OTAN prácticamente todas las iniciativas comunes, pero por la vía del asentimiento pasivo.
Es cierto que no es el único país que mantiene esta posición evasiva y ambigua, pero eso no exime al Gobierno de su responsabilidad. El nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, ha expresado claramente que desea que la misión de la OTAN en Afganistán se oriente más activamente hacia las labores de la reconstrucción, como insiste en defender el Gobierno socialista, pero a Washington eso no le impide llevar a cabo una política militar más contundente. De hecho, es muy probable que las tropas norteamericanas tengan que enviar refuerzos para evitar que las españolas sean rodeadas por el enemigo.
Las elecciones que se celebrarán en el mes de agosto en Afganistán serán un punto de fuga para la consolidación del frágil entramado institucional que la OTAN y la comunidad internacional en general tratan de apuntalar desde hace siete años. Bastaría que los talibanes las hicieran imposibles a base de atentados e intimidaciones para romper la necesaria legitimidad necesaria, y por este motivo resulta tan importante que España envíe tropas adicionales para ayudar a los afganos a empezar a vivir en paz y en libertad.
Los talibanes saben que, cuando advierten que los soldados extranjeros pueden morir en aquel lejano país, logran sembrar la duda en la sociedad española. Sin embargo, nadie puede olvidar que no fue Occidente el que empezó esta guerra y que, a diferencia de lo que hicieron otras potencias en el pasado, los miembros de la OTAN están en Afganistán defendiendo su propia seguridad. La misión no puede fracasar bajo ningún concepto, porque no sólo está en juego una operación militar en un país remoto, sino -como sabemos por experiencia- la seguridad en nuestros propios países.
Y carta del DIRECTOR DEL ABCGuardia Civil: De la lucha contra ETA a Afganistán
Un grupo de guardias civiles entrena y adiestra a la nueva Policía afgana. Una tarea nada sencilla en un país salvaje, donde la ley y el orden siguen siendo una utopía para un futuro cada vez más remoto
MIKEL AYESTARAN | KABUL Domingo, 26-04-09
«Nuestra experiencia en la lucha contra el terrorismo en España es muy valorada en el seno de la misión ya que somos los únicos, junto a los británicos, que sabemos lo que es enfrentarse día a día a la amenaza terrorista». El inspector Raúl Correa llegó hace tres meses a Kabul, está al mando del Contingente Policial Español en Afganistán y es el Jefe del Despliegue Regional de la Misión Policial de la Unión Europea (EUPOL) en el país.
España aporta trece agentes, pertenecientes al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil, para intentar contribuir a la creación de «unas fuerzas de seguridad afganas sostenibles, profesionales y efectivas, en consonancia con los estándares internacionales». La misión comenzó en junio de 2007 y en la actualidad cuenta con 226 policías repartidos entre Kabul y otras quince provincias.
La participación española combina hombres con experiencia en Balcanes, Haití y Timor, con otros que acuden a Afganistán como primer destino internacional.
«Desactivación de explosivos, temas de inteligencia, seguimientos… los mismos métodos de prevención que usamos en España son útiles en Kabul y no hay que perder de vista que los terroristas que actúan aquí son también una amenaza para Europa», explica el inspector Correa, al mando también durante cinco años de la División Policial de la Organización para la OSCE en los Balcanes, y quien ve también «una gran diferencia entre las acciones organizadas y planificadas de ETA y la improvisación casi absoluta de la mayor parte de ataques que se dan aquí, aunque el riesgo se compensa con la presencia del factor suicida que ETA no utiliza».
A su lado, Jorge Gaspar, policía nacional y uno de los veteranos de EUPOL, señala que «nosotros les enseñamos (a los policías afganos en formación) a montar controles no desde la teoría, sino desde la práctica porque sabemos lo que es parar un coche con la amenaza real de que el conductor sea un terrorista».
«Desactivación de explosivos, temas de inteligencia, seguimientos… los mismos métodos de prevención que usamos en España son útiles en Kabul »
Afganistán cuenta en estos momentos con 82.000 agentes desplegados en todo el país. La UE se encarga de pagar sus sueldos que ascienden a una media de 120 dólares mensuales, más otros 40 para comida. El ministro del Interior, Hanif Atmar, realizó a comienzos de semana un llamamiento urgente para el reclutamiento y entrenamiento de 15.000 nuevos agentes en los próximos cuatro meses para garantizar la seguridad en las elecciones, pero la UE aún no ha dado el visto bueno. Atmar solicitó además un esfuerzo adicional a los países donantes con el objetivo de doblar el número de agentes afganos en el futuro próximo.
«Hay dos teorías. Los americanos centran la formación en aspectos relacionados con la acción, mientras que nosotros insistimos en el trabajo rutinario policial en el proceso jurídico-penal, formamos a los miembros del las fuerzas de seguridad y del sistema judicial y penal y llevamos a cabo programas encaminados a aumentar su profesionalidad y eficacia», destaca el inspector Correa. Dos conceptos antagónicos que precisan de plazos muy diferentes y que muestran una vez más las diferencias de criterio en una misión internacional en la que EE.UU. marca la pauta.
El próximo 20 de agosto Afganistán celebra las segundas elecciones democráticas de su historia. Una cita que, según el ministro de Defensa, General Abdul Rahim Wardak, «estará en la agenda de la insurgencia». En una rueda de prensa conjunta con el jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad a Afganistán (ISAF), el general David McKiernan, Wardak esbozó el esquema de seguridad en el que aunarán esfuerzos el Ejército, la Policía y el Departamento de Inteligencia afganos con las fuerzas internacionales. Y es que el plan de prevención de ataques situará «en la primera línea a la Policía, seguida por los militares y, en tercer lugar, las tropas internacionales».
Policías afganos en el interior del contenedor en el que viven y trabajan en turnos de 24 horas
«Anillo de acero»
Tres sargentos de la Guardia Civil, Pablo González, Fernando Trallero y Fernando Granado trabajan de lleno en la formación de esa «primera línea» dentro de la capital a través del proyecto denominado «Kabul City Police Project», uno de cuyos objetivos es establecer lo que han bautizado como un «anillo de acero» para evitar ataques en el centro urbano, que se convertiría así en una «Zona Verde» al estilo de la de Bagdad. Treinta puestos de control ocupados por cuatrocientos agentes vigilarán los principales accesos a una capital cuya seguridad es competencia afgana desde el pasado 31 de diciembre.
González y Trallero visitan los puestos de control para interesarse por la opinión de sus colegas afganos y anotar sus demandas. «Tienen un uniforme para todo el año, trabajan en turnos de veinticuatro horas y muchos de ellos viven en los mismos contenedores que hacen las veces de comisaría. Les faltan muchos medios y años de preparación», destacan los agentes de la Guardia Civil que piensan que el mayor problema es la fama de corrupción que rodea a los agentes locales acostumbrados a pedir dinero en los puestos de control e incluso a vender el equipamiento donado por la comunidad internacional, incluido el armamento.
«Hay que ir con mucha calma porque estamos intentando preparar a una Policía del siglo XXI para una sociedad que en las zonas rurales sigue anclada en la Edad Media.»
El puesto de control de la carretera de Jalalabad es la puerta de entrada a la capital desde el sur. Estamos en la «complicada» ruta en la que cientos de camiones de ISAF han sido atacados en su camino desde Pakistán. Tan sólo unos conos de plástico en mitad de la calzada indican la presencia de un control. Un agente armado con un AK-47 se pierde en un mar polvoriento de coches, camiones, bicicletas y motos que le pasan por todos lados.
A un lado de la calzada un contenedor verde en mitad de un barrizal con la inscripción «Police» indica que estamos ante un puesto de vigilancia. En cuanto el vehículo blindado de EUPOL aparca sobre el barro, empiezan a surgir agentes de los comercios cercanos. En el interior del contenedor dos jóvenes en camiseta se desperezan mientras se apresuran a vestirse la camisa reglamentaria. «¿Dónde está el responsable?», preguntan los agentes de la Guardia Civil. Inmediatamente un hombre cruza la carretera y mientras se arregla la gorra se presenta como Mahsoud Bahrani, jefe de la unidad.
Empieza el interrogatorio. «Aquí estamos doce personas, pero yo creo que necesitamos quince como mínimo», informa el agente afgano. El puesto cuenta con una radio, ocho AK-47, una pistola y tres chalecos antibalas. Un intérprete de EUPOL traduce al detalle cada respuesta y todo queda anotado en el informe. Terminadas las preguntas los guardias civiles agradecen su atención al jefe de unidad afgano que se muestra un tanto contrariado porque la semana pasada, en un trámite similar, otro equipo de EUPOL le prometió el envío de un material que sigue sin llegar.
A las puertas del contenedor, una nube de niños espera a los extranjeros al grito de «¡jauar yu, mister!» Los agentes españoles tratan de ser amables e inician un reparto de botellas de agua que está a punto de desencadenar una batalla campal y que acaba disuelto por los policías afganos a gritos y empujones. «En todas estas misiones hay que tener cuidado con los niños, la necesidad es extrema y en cuanto ven a un extranjero se ponen a pedir cualquier cosa como locos», lamentan los sargentos de la Guardia Civil a los que la escena no les ha gustado nada.
El vehículo blindado abandona el puesto entre las indicaciones de unos agentes ahora visibles que detienen el tráfico para dejar paso a los agentes españoles. A pocos kilómetros el coche se detiene en un nuevo puesto en el que la Policía afgana cuenta con perros para la detección de explosivos. Tan solo en la última semana la oficina de la Seguridad Nacional ha informado de la captura de quinientos kilos de explosivos en los controles de entrada a la capital y se han detenido a cuatro presuntos terroristas.
El perro no es un animal muy común en este país, pero «son muy útiles y gracias a ellos hemos detectado armas y municiones en varios vehículos», informa a la Guardia Civil un agente afgano mientras acaricia a un pastor alemán que ha sido bautizado como «Ronaldo», en honor al delantero brasileño y ex jugador del Real Madrid. Los perros cuentan con modernas casetas de plástico y descansan junto a una especie de jaula metálica de poco más de un metro en la que un joven policía hace fuego para calentar la comida del día. Al lado de esta especie de cocina, se encuentra el típico contenedor verde con literas.
Agentes vigilan la zona junto a una chiquillería que siempre acude allí donde ve extranjeros
«Hay que ir con mucha calma porque estamos intentando preparar a una Policía del siglo XXI para una sociedad que en las zonas rurales sigue anclada en la Edad Media. Si no saben leer ni escribir, ¿cómo vamos a pedirles que utilicen ordenadores o pidan pruebas de ADN?», se pregunta el inspector Correa. Las academias militares y de policía están a rebosar. El trabajo en seguridad, pese al gran riego que comporta —ellos sufren el mayor número de bajas, muy por encima de las registradas por ls fuerzas de la coalición—, se ha convertido en una buena salida para los jóvenes de un país en el que el desempleo es endémico. «No es nada fácil dar cursos a personas que no están acostumbradas y que después de cuatro horas en un aula están exhaustas», comenta Jorge Gaspar, que destaca que «en lo único que no hay que adiestrarles es en el manejo de armas».
Junto a militares y policías, Estados Unidos también ha puesto en marcha el entrenamiento de fuerzas paramilitares en las provincias que rodean Kabul. Afganos sin uniformar que tras un mes de instrucción en las bases americanas salen a patrullar las calles. Una milicia urbana al estilo de la empleada en Irak, pero con la que EUPOL no está de acuerdo, pues considera que ésta no hará sentirse nada cómodo al ciudadano.
Zona española de acción
A diferencia de la misión que las Fuerzas Armadas españolas desempeñan dentro de ISAF —y cuyas zonas de acción se centran en las provincias de Herat y Badghis— los agentes del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil no tienen los polémicos «caveats» o restricciones que les impidan desplegarse en cualquier parte del país. «Sin embargo, procuramos enviar a nuestros hombres a los PRT (siglas en inglés de Equipo de Reconstrucción Provincial) que tiene cada país en las provincias», informa el inspector Correa, y que en el caso de España se localiza en Qala-i-Nao, capital de la provincia de Badghis, donde trabajan de forma permanente dos policías y dos guardias civiles.
Si España aporta su experiencia en la lucha contra el terrorismo, los agentes que participan en la misión también coinciden al señalar lo enriquecedor de la experiencia ya que «esto te abre la mente y te ayuda a hacer contactos con los demás colegas aquí desplegados y sus países, con lo que se abre una red muy interesante para futuras investigaciones dentro de Europa», señala el Inspector Correa.
La Unión Europea ha incrementado el presupuesto de EUPOL de 43 millones de euros en 2008 a 64 en el año 2009 y busca donantes para que la misión siga creciendo en los próximos años. Existe un gran debate sobre la efectividad del trabajo desarrollado por los agentes europeos en Afganistán y en el plazo de tres meses se conocerá el primer informe de evaluación de una misión que, como otras muchas iniciativas de la comunidad internacional, está más sujeta a las decisiones políticas occidentales, que a las necesidades reales del país.
Y mientras, los talibanes acechan
ÁNGEL EXPÓSITO
Domingo, 26-04-09
Los talibanes controlan cada vez más parte de Afganistán y se adentran en las áreas de influencia española, según advierte la ONU. Una nueva brigada se prepara para pasar los durísimos meses del verano afgano en aquel país. La Guardia Civil enviará medio centenar más de instructores para la casi imposible misión de formar a una policía prehistórica. Desde ayer, Mikel Ayestarán convive «empotrado» con una unidad de marines norteamericanos y a partir de mañana nos contará cómo se trabaja sobre el terreno.
A veces uno tiene la sensación de que los periodistas sólo hablamos de soldados y de determinados países cuando hay muertos o cuando prevemos que los va a haber. Y tendremos que hacerlo, pero sin olvidar que antes y después de cada batalla, escaramuza o de cada conflicto, centenares de militares españoles permanecen allí. Como en otros lugares del mundo. Y continuarán durante muchos lustros. Hasta entonces sigamos estudiando ese lío monumental sin olvidarnos de sus protagonistas.