Foro de Inteligencia, Espionaje y Servicios Secretos

Una de las ventajas de la libertad de información es que pone de manifiesto las incoherencias entre lo que dicen algunos de cara al respetable y lo que hacen en la intimidad (la doble moral). Ejemplos hay tantos que sonroja. Degranges afirmaba: “Mayor conocimiento, cambio de conducta”, es decir, aprender y cambiar.
La modernidad nos trae otra receta: “persuadir a los demás de las ventajas de nuestra posición aún a sabiendas de que es falsa.”
Vivimos en la era digital: el cine, la imagen, el logotipo, el perfil, etc. Conectados con nuestros amigos en la realidad virtual de nuestras opiniones.
La empatía es la base de la comunicación racional, y de ahí al aprendizaje, hay corto trayecto. Entender al otro sirve para construir puentes: Si no existe la argumentación, se extiende la libertad en la interpretación.
La complejidad de nuestro mundo global con su multiplicidad de estímulos requiere un análisis profundo. Lejos de él, la visión panorámica depende en buena medida de nuestros gustos, de los personajes o estrellas por las que sentimos cierto aprecio. La consecuencia más obvia es la sustitución del conocimiento objetivo por la emoción o el sentimiento. La presentación de la información o la narración, se constituyen en el fundamento de la comunicación. La sensación visual, la velocidad del mensaje, la sencillez del contenido, las asociaciones afectivas, etc., van configurando nuestro mundo mental.
El “conocimiento imaginativo” (ver una película) sustituye en muchos casos a la confidencia del amigo. Creando similitudes de dudosa viabilidad. La empatía por las vidas de los demás adquiere el rasgo esencial de las categorías. Un actor principal y los intranscendentes.
Podemos caer víctimas de cualquier psicópata saturado de la percepción de nuestra insignificancia.
El respeto se fundamenta en la percepción clara del valor del otro. Si seguimos empeñados en sustituir la realidad por versiones incoherentes de cualquier ideal, nos adentramos en el mundo de las creencias, afianzadas en los resortes de nuestra identidad en conflicto con el mundo.
La asunción de valores universales para la comunicación productiva es una necesidad ineluctable. El humor es comprender la realidad y expresarla en tono festivo para adaptarla a nuestra intención edificante. Es más fácil rechazar, fingir solvencia o eludir la responsabilidad de aprender. La ignorancia activa el temor y el miedo hace plausible el conflicto.