ESPIONAJE EN LA ESPAÑA DEL S. XVIII. EL MARQUES DE ENSENADA
Publicado: 14 Ene 2007 13:27
				
				Muy buenas, voy a transplantar uno de los temas que con más cariño posteé en el foro viejo; comentábamos lo desconocido que es uno de los aspectos más sobresalientes de nuestro espionaje, y que tuvo lugar en pleno siglo XVIII. Este es un extracto de aquella inolvidable aventura que dio lugar a la Armada de la Ilustración, esa Marina que desapareció lamentablemente en Trafalgar. Otro día pondré un texto profético del propio Jorge Juan, poco antes de morir, dirigido a Carlos III. 
Que lo disfrutéis.
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LA RED DE ESPIONAJE DEL MARQUES DE LA ENSENADA (1746-1754)
INTRODUCCION
Tras la llegada al poder de Fernando VI en 1746, se produce un giro estratégico a la política exterior y de seguridad de España. Frente al revisionismo y a las aventuras militares de Felipe V en Italia, impulsadas por su segunda mujer, Isabel de Farnesio, el nuevo rey ordena que se lleve a cabo una política de neutralidad activa, que permita proteger los territorios coloniales, se solucionen los agravios que para la Corona supusieron ciertos capítulos del Tratado de Utrecht, y se evite la implicación española en nuevos conflictos europeos como consecuencia de la subordinación a la política exterior francesa La Paz de Aquisgrán de 1748 permite un respiro a España, que debe ser aprovechado para iniciar un profundo programa de reformas de las estructuras económicas y militares, lo que le permitirá ser un actor con voz propia en el nuevo escenario estratégico.
LA POLITICA EXTERIOR DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VI
Sería complicado entender la acción de los servicios de información de Ensenada si no repasásemos brevemente los ejes de la política exterior de Fernando VI. Este Monarca sube al trono en 1746, y se encuentra al país desangrado en lo material y económico debido a las costosas guerras emprendidas por su difunto padre, Felipe V, y su madrastra, Isabel de Farnesio. Se llevan a cabo unas negociaciones secretas con el Reino Unido en 1747, con el fin de alcanzar una paz por separado con ese país, pero fracasan. Se inician las conversaciones que darán lugar a la Paz de Aquisgrán, que se firma en 1748, casi sin que España tenga posibilidades de aportar nada a los acuerdos.
En la Corte española se respira un cierto aire de despecho contra Francia, por firmar unilateralmente los preliminares de unos acuerdos nada satisfactorios para España, y se intenta llevar a cabo una política de neutralidad activa. Por un lado el Ministro de Estado, Carvajal, y su embajador en Londres, Ricardo Wall, intentan contemporizar con el Gobierno británico; por otro lado Ensenada sanea la economía española y desarrolla en 1749 el sistema del Real Giro, por el cual el estado puede mover capitales públicos y privados por el exterior sin pagar a los comisionistas, y comienza a realizar el catastro, con el objetivo de implantar un sistema de contribución único, a salvo de intermediarios.
Fruto de las gestiones del Ministro de Estado, de la propia Reina Doña Bárbara de Braganza (de origen portugués) y de la corona portuguesa, se llevan a cabo unas delicadísimas negociaciones con el fin de solucionar el tema de la colonia de Sacramento. Se alcanza el acuerdo de permutar dicha colonia por una franja de territorio del Paraguay español donde se hallaban siete misiones jesuitas. El Acuerdo de Límites en América se firma el 13 de enero 1750, y supondrá la rebelión de los nativos, al negarse a emigrar de sus aldeas, apoyados por ciertos sectores de los jesuitas. Ensenada, como secretario de Indias, no intervino en las negociaciones, si bien estuvo al tanto de los detalles.
D. José de Carvajal empleó sus mejores artes y esfuerzos para dar fin a los contenciosos con el Reino Unido, buscando puntos de acuerdo parciales con los británicos. Dichos esfuerzos fructificarían en parte con la firma del Tratado de Indemnizaciones y Comercio de 5 de octubre de 1750 por el que se solucionaba el tema del navío de permiso y el asiento del comercio de esclavos.
Como un paso más en una política de neutralidad activa y no dependiente de Francia, se firmó el 14 de junio de 1752 el Tratado de Aranjuez entre el Reino de Córcega, Austria y España, que garantizará la estabilidad de los reinos y estados italianos. Este tratado irritó a Carlos VII de Nápoles, futuro Carlos III de España, que se sabía próximo rey de España ante la falta de descendencia de Fernando VI. Carlos consideraba que su hermanastro había cerrado la puerta a la penetración de infantes de la casa de Borbón al resto de los estados italianos. Francia también reaccionó con desagrado ante este tratado.
El último gran acuerdo diplomático del reinado de Fernando VI fue la firma del Concordato con la Santa Sede de 1753. Este concordato se fraguó dejando al margen al aparato diplomático dirigido por Carvajal, sino que fue negociado en secreto por Ensenada y sus colaboradores.
Ambos estaban de acuerdo en la política de neutralidad, si bien Carvajal apostaba por las vías diplomáticas y el posibilismo, mientras que Ensenada defendía una neutralidad armada y vigilante. Ensenada estaba convencido de que una nueva guerra entre Inglaterra y Francia era inevitable, y que España debería dotarse de los medios necesarios para sacar partido de ello. Por ello, puso todos los recursos de que disponía en pos del objetivo de lograr, en un plazo de 8 años a partir de 1752, una poderosa marina, capaz de servir como instrumento de disuasión frente al Reino Unido.
Sabedor de que no hay Marina viable sin arsenales, pertrechos, lonas, jarcias, maderas, artillería, y lo que es más importante, marinería, se dispuso desde 1748 a tomar todas las medidas necesarias de acopio de materiales, espionaje industrial, captación de técnicos extranjeros y fomento del reclutamiento, para poder sostener ese plan de rearme naval que tenía en mente.
LA RED DE ENSENADA
El Marqués de la Ensenada tejió una red de funcionarios del estado, militares, diplomáticos, científicos, religiosos, artistas, aventureros y espías que le permitirá lograr en gran medida el control de la información en los primeros años de la España de Fernando VI .
El núcleo duro .
El núcleo duro de esta red estaría constituida por él mismo desde su poderosa Secretaría de Marina, Guerra, Indias y Hacienda, su fiel Agustín Pablo de Ordeñana en la Secretaría de Estado y Guerra, con voto en el Consejo de Guerra, Alonso Pérez Delgado en la de Marina, José Banfi y Parrilla en el Consejo de Indias, Manuel Antonio de Orcasitas Montaño en la Tesorería General y en la Dirección del Real Giro, Nicolás de Francia y Pascual en el Consejo de Hacienda y el Real Giro, En la Casa Real encontramos al confesor del Rey, padre Rávago, y el cantante de ópera Carlo Broschi (Farinelli), favorito de la Reina. A estos hay que añadirle en misiones de enlace altamente discretas el abate Facundo Mogroviejo, secretario de la embajada en Madrid de Carlos VII de Nápoles.
Como parte fundamental de sus proyectos de reconstrucción de la Marina, encontramos a Juan Fernández de Isla y Alvear: poderoso industrial cántabro, al que la Secretaría de Marina le otorgó como “asentista” los contratos para el suministro de madera necesarios para la construcción de los buques reflejados. Asimismo es empleado como intermediario para otra clase de asuntos mercantiles de interés estratégico, como el proyecto secreto de explotar el llamado “palo de Campeche”, origen de los asentamientos británicos en la costa de los mosquitos, uno de los mayores puntos de fricción entre ambos reinos.
No se podría explicar la red que tejió D. Zenón sin citar a los jesuitas: la relación entre los miembros de la red de intereses liderada por Ensenada y la Compañía de Jesús es indiscutible, y puesta en evidencia por diferentes autores, si bien no todos se ponen de acuerdo en el grado de compromiso entre la Compañía y el proyecto de Ensenada. Tuvieron un papel importante, aparte del abate Mogroviejo, auténtico intermediario en multitud de asuntos, y enlace con las cortes de Nápoles y de la Granja de San Ildefonso, donde se hallaba desterrada la Reina Madre, Isabel de Farnesio, el padre José Francisco Isla, autor de escritos ensalzando la labor de Ensenada, y que posiblemente actuó como “recadista”, en palabras de la época, y el confesor del marqués, Isidro López. Alguno de los más destacados ensenadistas tuvieron profundas relaciones con los jesuitas. El papel de éstos en el rechazo de las comunidades guaraníes al Tratado de Límites de 1750 fue también objeto de polémica en España y en Europa.
Vemos así que la embajada de París sería el centro de operaciones de las misiones de espionaje científico que Ensenada se disponía a ordenar. También sería objeto del espionaje y las operaciones de desinformación del gobierno francés.
En el puerto de Calais aparece un misterioso individuo, conocido como Monsieur Pigault, que se encargará de dar apoyo al marino Jorge Juan en sus misiones de espionaje industrial en el Reino Unido.
Roma: el auditor de la Rota, Manuel Ventura de Figueroa, el diplomático Clemente de Aróstegui, y el agente de Preces y procurador general en Roma Miguel Antonio de Gándara, así como los tesoreros y funcionarios del Real Giro Fco. Bermúdez de Sotomayor, y Benito Álvarez de la Barrera.
El poderoso aparato romano al servicio de Ensenada le permitiría llevar a cabo la firma del Concordato entre la Santa Sede y España de 1753. El propio cardenal Silvio Valenti Gonzaga, Secretario de Estado del Vaticano, era un estrecho colaborador de Ensenada.
Londres: el tesorero del Real Giro Miguel de Ventades y Gandasegui. A pesar de su antigua amistad con Ricardo Wall, el embajador en el Reino Unido, éste no pertenece al círculo de Ensenada, y apenas le consigue la información estratégica que reiteradamente le solicita. Sin embargo, cuenta con la colaboración del cónsul en Londres, Andrés Cedrón y Quiroga y con el secretario de embajada, más tarde embajador, Félix de Abreu, quien a la postre será manipulado en la operación de desinformación que significaría el fin del ensenadismo en el poder.
Lisboa: el agente del Real Giro Nicolás Roel de Andrades.
Provincias Unidas: el Marqués del Puerto, Joaquín Ignacio de Barrenechea y Erquiñigo, a la sazón embajador ante esta república entre los años 1746 y 1753, así como el tesorero del Real Giro, Pedro Gil de Olondriz. La embajada en Holanda apoya las misiones de espionaje científico e industrial ordenadas por Ensenada, y se implica asimismo en la contratación clandestina de técnicos de lona y jarcias para los arsenales españoles.
Suecia: Pablo Antonio de Barrenechea, Marqués de Puentefuerte. Embajador en Dinamarca en 1746, y en Suecia en 1753.
Venecia: los embajadores Fabio Scotti, y su sucesor, Jose Joaquín de Montealegre, Duque de Montealegre.
Parma; entre 1749 y 1751 D. Cristóbal José de Soria y Escobar, Marqués de la Bondad Real, veterano de las campañas italianas, y posteriormente, entre 1751 y 1763, el Marqués de Revilla, Toribio Ventura de la Cruz, que fue otro de los habituales interlocutores del padre Rávago.
José Carpintero, Secretario de Estado del infante de Parma desde 1748 es otro de los colaboradores de Ensenada. En 1749 es destinado a esta representación el secretario de embajada Juan Rice de la Calzada
Toscana: el Marqués de Banditela, cónsul en Liovorno.
Sajonia y Polonia: Guido Ferrero Fiesco, Conde de Bena. Llevó a cabo gestiones reservadas para conseguir la importación de maderas procedentes del norte de Europa, más flexibles y útiles para las arboladuras de los navíos de la Armada.
Suiza: el funcionario Manuel Caparroso, agente en Lucerna.
Nápoles: el embajador Alfonso Clemente de Arostegui, auditor de la Rota de la Corona de Castilla, el tesorero del Real Giro Fco. Antonio de Ibarrola y Gorbea, y a partir de 1753 el secretario de embajada Juan Rice de la Calzada.
Los colaboradores y confidentes
Sabido que D. Zenón pagaba espléndidamente los servicios que se le prestaban, aparecen una serie de colaboradores y de agentes que contribuyen a mantenerle informado, se dejan sobornar para llevar a cabo los fines del Marqués, o simplemente comparten sus puntos de vista en asuntos de política internacional. Entre estos colaboradores, destacan:
Italia: el nepote del Papa, figura clave para la firma del Concordato, el ministro de Hacienda de Parma, Serrati, y los funcionarios Belloni y Collazi; Ensenada, al igual que el abate Mogroviejo, mantuvo también una fluida relación epistolar con José de Miranda, Duque de Losada, caballerizo mayor de Carlos VII de Nápoles. Otro de los contactos en Italia es el conde de Sada, Manuel de Sada, embajador en Cerdeña y luego gobernador de Saboya, viejo conocido desde las guerras italianas. De hecho, este prestigioso militar consigue que los buques que transportan madera italiana para el programa de construcción naval de Ensenada no paguen derechos de paso al gobierno de Turín. El 23 de noviembre de 1751 Ensenada le manda una carta instándole a que agradezca las gestiones al Rey de Cerdeña .
París: según las referencias de la embajada británica ante la Corte de Luis XV, la propia Madame de Pompadour, favorita del Rey, mantuvo una discreta relación a través de las cartas con el marqués de la Ensenada, que se jactaba de tener una excelente información de primera mano de los entresijos de dicha corte .
Casa Real: aparte de sus estrechos colaboradores, algunas damas cercanas a la Reina hacen partícipe a Ensenada de confidencias varias, o incluso interceden en distintos asuntos, destacando Juana María de O’Brien y O’Connor, Marquesa de Salas, que ejercicio de camarera de la Reina Madre Isabel de Farnesio; la marquesa de Torrecuso, cercana a Isabel de Farnesio; la marquesa de Torrecilla (en cuya residencia se alojaba el mismísimo abate Mogroviejo), e Isabel de Montealegre y Andrade, damas de compañía de la Reina Bárbara de Braganza..
Aparece también la intrigante marquesa de González-Grigny, a quien se sitúa como agente al servicio de España en la Corte de Parma, y que poseía buenos contactos con embajadores españoles y con el propio Ordeñana .
Agentes de élite para misiones de alto interés estratégico.
Ensenada era consciente del atraso tecnológico e industrial de España, que haría imposible la consecución de una Marina poderosa, capaz de desafiar a los británicos y de proteger los intereses de ultramar. Con el fin de salvar ese atraso, diseña un ambicioso plan de espionaje industrial y militar para el que seleccionará cuidadosamente a sus agentes entre esos jóvenes militares ilustrados, de amplio bagaje científico, que España estaba empezando a producir a mediados del XVIII
Reparó en los marinos Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que habían culminado con éxito y fama internacional su participación en la expedición científica del científico francés Monsieur de la Condomine, llevada a cabo en Sudamérica con el fin de medir el grado en el ecuador y confirmar así la teoría de Isaac Newton sobre la forma de la Tierra. También seleccionó a los artilleros Dámaso Latre, Agustín Hurtado, José Menes y Francisco Estachería, entre otros. El motivo de escoger a jóvenes oficiales, patriotas, comprometidos y con amplios conocimientos científicos, suponía un conjunto de ventajas teniendo en cuenta lo delicado y complejo de la misión asignada. Estos científicos y militares podrían enviarle informes y planos de gran calidad en lo referente a fortificaciones, arsenales, maquinaria, construcción naval, artillería, municiones; serían de toda confianza frente a los servicios de información de potencias extranjeras, y dispondrían de la suficiente capacidad profesional como para no dejarse engañar por sus fuentes. Además se les daría la suficiente libertad de acción como para que explotaran su iniciativa personal, lo que redundó en el éxito de alguna de las misiones.
El plan preveía el envío de auténticas células de información, lideradas por uno o dos de estos jóvenes y prestigiosos militares, con el fin de satisfacer las necesidades de inteligencia, desinformación y reclutamiento de técnicos extranjeros. Los objetivos eran claramente definidos en las llamadas “instrucciones reservadas” que recibía cada jefe de célula antes de comenzar la misión.
Incluso para misiones altamente sensibles, como el espionaje al propio aparato de Asuntos Exteriores durante las negociaciones previas a la firma del Tratado de Límites entre España y Portugal, de 1750, Ensenada envió a Lisboa a un oficial de la Marina, Juan de Lángara y Arizmendi, para que le informase del curso de las negociaciones.
Los “fondos reservados” del Marqués de la Ensenada
El Real Giro, institucionalizado en 1749, se encargaba de situar los fondos monetarios españoles en el extranjero, cumpliendo con los envíos de los particulares y las obligaciones del Estado. Evitaba así a los intermediarios y cambistas a la hora de mover capitales por el extranjero, lo que era muy beneficioso tanto para los particulares como para el Estado en sí. El artículo 21 del Reglamento del Real Giro de 1752 establecía que “...por estas Tesorerías Extraordinarias y Comisionados se pagarán igualmente todas las cantidades que S.M. mandase satisfacer en los países extranjeros, por gastos secretos y reservados, y por encargos de su Real Servicio...de las cantidades que por la vía reservada se mandase a los tesoreros, y comisionados del Giro, satisfagan para fines del real servicio, tomarán recibos a favor del tesorero mayor, con expresión de ser de orden de S.M. y se remitirán al director, para que solicitando las que deben comunicarse a la Tesorería General, se formalicen por ella los pagos, y se reintegren a esta dependencia sus importes” .
LOS OBJETIVOS DE ENSENADA: LAS REPRESENTACIONES
El Marqués de la Ensenada diseñó un plan estratégico por el que en un plazo razonablemente corto, España dispondría de una Armada y de unas instalaciones de apoyo a esta Armada que le hiciesen ser un factor decisivo en la política europea y atlántica. Con el fin de presentar sus objetivos a S. M. el Rey, D. Zenón recurrió a las conocidas “representaciones”, que eran unos informes redactados de forma literaria, de manera que, sin aburrir a Fernando VI, poco amigo de los largos memorandos , le hiciese conocedor de sus objetivos estratégicos. La representación de 1747 va a dar el pistoletazo de salida para las intenciones de Ensenada. El 18 de junio de 1747 propone un programa de rearme naval que en ocho años permita disponer de 40 navíos de línea perfectamente artillados, si bien para eso, hay que empezar con el acopio de materiales estratégicos y la provisión de fondos, estimada en 1.000.000 de pesos fuertes al año.
Esto le da un margen de maniobra mínimo de poco más de dos años hasta empezar a construir, dado que las maderas destinadas a los cascos de los buques deben primero cortarse y luego curarse sumergidas en agua salada, proceso que dura dos años. Mientras comienza la tala y el proceso de adaptación de las maderas, Ensenada deberá conseguir salvar la diferencia tecnológica que separa la construcción naval en España de la de Gran Bretaña, su principal rival en el mar.
Conocedor de la Marina, pues es de donde procede, Ensenada determina las bases para poner en pie esa armada, que servirá como factor de disuasión estratégico en la política exterior y de seguridad española. En este sentido, sus necesidades de información van a ir ligadas a catorce grandes áreas:
1. MATERIALES ESTRATEGICOS: maderas para construir barcos, lonas para las velas, cáñamos para los cabos, pernos, poleas, etc.
2. METALURGIA: métodos de fundición y aleaciones para cañones, revestimiento de cascos, artillería de bronce, artillería de hierro, etc.
3. ARMAMENTO: artillería naval, artillería de campaña, municiones, etc.
4. CONSTRUCCION NAVAL: planos de buques, tipos, ingeniería naval
5. CARTOGRAFIA: impresión de planos actualizados, evitar impresión de planos de posesiones españolas en el extranjero. Aparatos de medición, relojes para la longitud
6. ARSENALES: disposición arsenales europeos, planos, carga de trabajo.
7. MAQUINARIA: de construcción, contra incendios, etc.
8. MEDICINA: técnicas y útiles de cirugía, especialidades médicas.
9. ATENCION AL PERSONAL: funcionamiento de los hospicios para veteranos de la marina, reclutamiento, etc.
10. CONTRATACION DE TECNICOS EXTRANJEROS: explorar las posibilidades de contratar a técnicos el Europa que estuvieran interesados en desarrollar su trabajo en España.
11. POLITICA ARANCELARIA: determinar qué aranceles se aplican en los puertos a las mercancías extranjeras y la posibilidad de hacer entrar mercancías españolas en dichos puertos.
12. ESPIONAJE MILITAR: determinar las intenciones de las potencias europeas y tratar de anticiparse a las expediciones que pudieran tener como objetivo los intereses de la Corona Española
13. DESINFORMACION: hacer creer en el extranjero que España apenas tiene recursos para poner en pie una verdadera Armada, pero que sin embargo cuenta con poderosas defensas costeras que le permitirán resistir ataques a sus plazas fuertes.
14. MISCELANEA: informaciones científicas o de otro carácter que revista interés para el estado.
			Que lo disfrutéis.
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LA RED DE ESPIONAJE DEL MARQUES DE LA ENSENADA (1746-1754)
INTRODUCCION
Tras la llegada al poder de Fernando VI en 1746, se produce un giro estratégico a la política exterior y de seguridad de España. Frente al revisionismo y a las aventuras militares de Felipe V en Italia, impulsadas por su segunda mujer, Isabel de Farnesio, el nuevo rey ordena que se lleve a cabo una política de neutralidad activa, que permita proteger los territorios coloniales, se solucionen los agravios que para la Corona supusieron ciertos capítulos del Tratado de Utrecht, y se evite la implicación española en nuevos conflictos europeos como consecuencia de la subordinación a la política exterior francesa La Paz de Aquisgrán de 1748 permite un respiro a España, que debe ser aprovechado para iniciar un profundo programa de reformas de las estructuras económicas y militares, lo que le permitirá ser un actor con voz propia en el nuevo escenario estratégico.
LA POLITICA EXTERIOR DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VI
Sería complicado entender la acción de los servicios de información de Ensenada si no repasásemos brevemente los ejes de la política exterior de Fernando VI. Este Monarca sube al trono en 1746, y se encuentra al país desangrado en lo material y económico debido a las costosas guerras emprendidas por su difunto padre, Felipe V, y su madrastra, Isabel de Farnesio. Se llevan a cabo unas negociaciones secretas con el Reino Unido en 1747, con el fin de alcanzar una paz por separado con ese país, pero fracasan. Se inician las conversaciones que darán lugar a la Paz de Aquisgrán, que se firma en 1748, casi sin que España tenga posibilidades de aportar nada a los acuerdos.
En la Corte española se respira un cierto aire de despecho contra Francia, por firmar unilateralmente los preliminares de unos acuerdos nada satisfactorios para España, y se intenta llevar a cabo una política de neutralidad activa. Por un lado el Ministro de Estado, Carvajal, y su embajador en Londres, Ricardo Wall, intentan contemporizar con el Gobierno británico; por otro lado Ensenada sanea la economía española y desarrolla en 1749 el sistema del Real Giro, por el cual el estado puede mover capitales públicos y privados por el exterior sin pagar a los comisionistas, y comienza a realizar el catastro, con el objetivo de implantar un sistema de contribución único, a salvo de intermediarios.
Fruto de las gestiones del Ministro de Estado, de la propia Reina Doña Bárbara de Braganza (de origen portugués) y de la corona portuguesa, se llevan a cabo unas delicadísimas negociaciones con el fin de solucionar el tema de la colonia de Sacramento. Se alcanza el acuerdo de permutar dicha colonia por una franja de territorio del Paraguay español donde se hallaban siete misiones jesuitas. El Acuerdo de Límites en América se firma el 13 de enero 1750, y supondrá la rebelión de los nativos, al negarse a emigrar de sus aldeas, apoyados por ciertos sectores de los jesuitas. Ensenada, como secretario de Indias, no intervino en las negociaciones, si bien estuvo al tanto de los detalles.
D. José de Carvajal empleó sus mejores artes y esfuerzos para dar fin a los contenciosos con el Reino Unido, buscando puntos de acuerdo parciales con los británicos. Dichos esfuerzos fructificarían en parte con la firma del Tratado de Indemnizaciones y Comercio de 5 de octubre de 1750 por el que se solucionaba el tema del navío de permiso y el asiento del comercio de esclavos.
Como un paso más en una política de neutralidad activa y no dependiente de Francia, se firmó el 14 de junio de 1752 el Tratado de Aranjuez entre el Reino de Córcega, Austria y España, que garantizará la estabilidad de los reinos y estados italianos. Este tratado irritó a Carlos VII de Nápoles, futuro Carlos III de España, que se sabía próximo rey de España ante la falta de descendencia de Fernando VI. Carlos consideraba que su hermanastro había cerrado la puerta a la penetración de infantes de la casa de Borbón al resto de los estados italianos. Francia también reaccionó con desagrado ante este tratado.
El último gran acuerdo diplomático del reinado de Fernando VI fue la firma del Concordato con la Santa Sede de 1753. Este concordato se fraguó dejando al margen al aparato diplomático dirigido por Carvajal, sino que fue negociado en secreto por Ensenada y sus colaboradores.
Ambos estaban de acuerdo en la política de neutralidad, si bien Carvajal apostaba por las vías diplomáticas y el posibilismo, mientras que Ensenada defendía una neutralidad armada y vigilante. Ensenada estaba convencido de que una nueva guerra entre Inglaterra y Francia era inevitable, y que España debería dotarse de los medios necesarios para sacar partido de ello. Por ello, puso todos los recursos de que disponía en pos del objetivo de lograr, en un plazo de 8 años a partir de 1752, una poderosa marina, capaz de servir como instrumento de disuasión frente al Reino Unido.
Sabedor de que no hay Marina viable sin arsenales, pertrechos, lonas, jarcias, maderas, artillería, y lo que es más importante, marinería, se dispuso desde 1748 a tomar todas las medidas necesarias de acopio de materiales, espionaje industrial, captación de técnicos extranjeros y fomento del reclutamiento, para poder sostener ese plan de rearme naval que tenía en mente.
LA RED DE ENSENADA
El Marqués de la Ensenada tejió una red de funcionarios del estado, militares, diplomáticos, científicos, religiosos, artistas, aventureros y espías que le permitirá lograr en gran medida el control de la información en los primeros años de la España de Fernando VI .
El núcleo duro .
El núcleo duro de esta red estaría constituida por él mismo desde su poderosa Secretaría de Marina, Guerra, Indias y Hacienda, su fiel Agustín Pablo de Ordeñana en la Secretaría de Estado y Guerra, con voto en el Consejo de Guerra, Alonso Pérez Delgado en la de Marina, José Banfi y Parrilla en el Consejo de Indias, Manuel Antonio de Orcasitas Montaño en la Tesorería General y en la Dirección del Real Giro, Nicolás de Francia y Pascual en el Consejo de Hacienda y el Real Giro, En la Casa Real encontramos al confesor del Rey, padre Rávago, y el cantante de ópera Carlo Broschi (Farinelli), favorito de la Reina. A estos hay que añadirle en misiones de enlace altamente discretas el abate Facundo Mogroviejo, secretario de la embajada en Madrid de Carlos VII de Nápoles.
Como parte fundamental de sus proyectos de reconstrucción de la Marina, encontramos a Juan Fernández de Isla y Alvear: poderoso industrial cántabro, al que la Secretaría de Marina le otorgó como “asentista” los contratos para el suministro de madera necesarios para la construcción de los buques reflejados. Asimismo es empleado como intermediario para otra clase de asuntos mercantiles de interés estratégico, como el proyecto secreto de explotar el llamado “palo de Campeche”, origen de los asentamientos británicos en la costa de los mosquitos, uno de los mayores puntos de fricción entre ambos reinos.
No se podría explicar la red que tejió D. Zenón sin citar a los jesuitas: la relación entre los miembros de la red de intereses liderada por Ensenada y la Compañía de Jesús es indiscutible, y puesta en evidencia por diferentes autores, si bien no todos se ponen de acuerdo en el grado de compromiso entre la Compañía y el proyecto de Ensenada. Tuvieron un papel importante, aparte del abate Mogroviejo, auténtico intermediario en multitud de asuntos, y enlace con las cortes de Nápoles y de la Granja de San Ildefonso, donde se hallaba desterrada la Reina Madre, Isabel de Farnesio, el padre José Francisco Isla, autor de escritos ensalzando la labor de Ensenada, y que posiblemente actuó como “recadista”, en palabras de la época, y el confesor del marqués, Isidro López. Alguno de los más destacados ensenadistas tuvieron profundas relaciones con los jesuitas. El papel de éstos en el rechazo de las comunidades guaraníes al Tratado de Límites de 1750 fue también objeto de polémica en España y en Europa.
Vemos así que la embajada de París sería el centro de operaciones de las misiones de espionaje científico que Ensenada se disponía a ordenar. También sería objeto del espionaje y las operaciones de desinformación del gobierno francés.
En el puerto de Calais aparece un misterioso individuo, conocido como Monsieur Pigault, que se encargará de dar apoyo al marino Jorge Juan en sus misiones de espionaje industrial en el Reino Unido.
Roma: el auditor de la Rota, Manuel Ventura de Figueroa, el diplomático Clemente de Aróstegui, y el agente de Preces y procurador general en Roma Miguel Antonio de Gándara, así como los tesoreros y funcionarios del Real Giro Fco. Bermúdez de Sotomayor, y Benito Álvarez de la Barrera.
El poderoso aparato romano al servicio de Ensenada le permitiría llevar a cabo la firma del Concordato entre la Santa Sede y España de 1753. El propio cardenal Silvio Valenti Gonzaga, Secretario de Estado del Vaticano, era un estrecho colaborador de Ensenada.
Londres: el tesorero del Real Giro Miguel de Ventades y Gandasegui. A pesar de su antigua amistad con Ricardo Wall, el embajador en el Reino Unido, éste no pertenece al círculo de Ensenada, y apenas le consigue la información estratégica que reiteradamente le solicita. Sin embargo, cuenta con la colaboración del cónsul en Londres, Andrés Cedrón y Quiroga y con el secretario de embajada, más tarde embajador, Félix de Abreu, quien a la postre será manipulado en la operación de desinformación que significaría el fin del ensenadismo en el poder.
Lisboa: el agente del Real Giro Nicolás Roel de Andrades.
Provincias Unidas: el Marqués del Puerto, Joaquín Ignacio de Barrenechea y Erquiñigo, a la sazón embajador ante esta república entre los años 1746 y 1753, así como el tesorero del Real Giro, Pedro Gil de Olondriz. La embajada en Holanda apoya las misiones de espionaje científico e industrial ordenadas por Ensenada, y se implica asimismo en la contratación clandestina de técnicos de lona y jarcias para los arsenales españoles.
Suecia: Pablo Antonio de Barrenechea, Marqués de Puentefuerte. Embajador en Dinamarca en 1746, y en Suecia en 1753.
Venecia: los embajadores Fabio Scotti, y su sucesor, Jose Joaquín de Montealegre, Duque de Montealegre.
Parma; entre 1749 y 1751 D. Cristóbal José de Soria y Escobar, Marqués de la Bondad Real, veterano de las campañas italianas, y posteriormente, entre 1751 y 1763, el Marqués de Revilla, Toribio Ventura de la Cruz, que fue otro de los habituales interlocutores del padre Rávago.
José Carpintero, Secretario de Estado del infante de Parma desde 1748 es otro de los colaboradores de Ensenada. En 1749 es destinado a esta representación el secretario de embajada Juan Rice de la Calzada
Toscana: el Marqués de Banditela, cónsul en Liovorno.
Sajonia y Polonia: Guido Ferrero Fiesco, Conde de Bena. Llevó a cabo gestiones reservadas para conseguir la importación de maderas procedentes del norte de Europa, más flexibles y útiles para las arboladuras de los navíos de la Armada.
Suiza: el funcionario Manuel Caparroso, agente en Lucerna.
Nápoles: el embajador Alfonso Clemente de Arostegui, auditor de la Rota de la Corona de Castilla, el tesorero del Real Giro Fco. Antonio de Ibarrola y Gorbea, y a partir de 1753 el secretario de embajada Juan Rice de la Calzada.
Los colaboradores y confidentes
Sabido que D. Zenón pagaba espléndidamente los servicios que se le prestaban, aparecen una serie de colaboradores y de agentes que contribuyen a mantenerle informado, se dejan sobornar para llevar a cabo los fines del Marqués, o simplemente comparten sus puntos de vista en asuntos de política internacional. Entre estos colaboradores, destacan:
Italia: el nepote del Papa, figura clave para la firma del Concordato, el ministro de Hacienda de Parma, Serrati, y los funcionarios Belloni y Collazi; Ensenada, al igual que el abate Mogroviejo, mantuvo también una fluida relación epistolar con José de Miranda, Duque de Losada, caballerizo mayor de Carlos VII de Nápoles. Otro de los contactos en Italia es el conde de Sada, Manuel de Sada, embajador en Cerdeña y luego gobernador de Saboya, viejo conocido desde las guerras italianas. De hecho, este prestigioso militar consigue que los buques que transportan madera italiana para el programa de construcción naval de Ensenada no paguen derechos de paso al gobierno de Turín. El 23 de noviembre de 1751 Ensenada le manda una carta instándole a que agradezca las gestiones al Rey de Cerdeña .
París: según las referencias de la embajada británica ante la Corte de Luis XV, la propia Madame de Pompadour, favorita del Rey, mantuvo una discreta relación a través de las cartas con el marqués de la Ensenada, que se jactaba de tener una excelente información de primera mano de los entresijos de dicha corte .
Casa Real: aparte de sus estrechos colaboradores, algunas damas cercanas a la Reina hacen partícipe a Ensenada de confidencias varias, o incluso interceden en distintos asuntos, destacando Juana María de O’Brien y O’Connor, Marquesa de Salas, que ejercicio de camarera de la Reina Madre Isabel de Farnesio; la marquesa de Torrecuso, cercana a Isabel de Farnesio; la marquesa de Torrecilla (en cuya residencia se alojaba el mismísimo abate Mogroviejo), e Isabel de Montealegre y Andrade, damas de compañía de la Reina Bárbara de Braganza..
Aparece también la intrigante marquesa de González-Grigny, a quien se sitúa como agente al servicio de España en la Corte de Parma, y que poseía buenos contactos con embajadores españoles y con el propio Ordeñana .
Agentes de élite para misiones de alto interés estratégico.
Ensenada era consciente del atraso tecnológico e industrial de España, que haría imposible la consecución de una Marina poderosa, capaz de desafiar a los británicos y de proteger los intereses de ultramar. Con el fin de salvar ese atraso, diseña un ambicioso plan de espionaje industrial y militar para el que seleccionará cuidadosamente a sus agentes entre esos jóvenes militares ilustrados, de amplio bagaje científico, que España estaba empezando a producir a mediados del XVIII
Reparó en los marinos Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que habían culminado con éxito y fama internacional su participación en la expedición científica del científico francés Monsieur de la Condomine, llevada a cabo en Sudamérica con el fin de medir el grado en el ecuador y confirmar así la teoría de Isaac Newton sobre la forma de la Tierra. También seleccionó a los artilleros Dámaso Latre, Agustín Hurtado, José Menes y Francisco Estachería, entre otros. El motivo de escoger a jóvenes oficiales, patriotas, comprometidos y con amplios conocimientos científicos, suponía un conjunto de ventajas teniendo en cuenta lo delicado y complejo de la misión asignada. Estos científicos y militares podrían enviarle informes y planos de gran calidad en lo referente a fortificaciones, arsenales, maquinaria, construcción naval, artillería, municiones; serían de toda confianza frente a los servicios de información de potencias extranjeras, y dispondrían de la suficiente capacidad profesional como para no dejarse engañar por sus fuentes. Además se les daría la suficiente libertad de acción como para que explotaran su iniciativa personal, lo que redundó en el éxito de alguna de las misiones.
El plan preveía el envío de auténticas células de información, lideradas por uno o dos de estos jóvenes y prestigiosos militares, con el fin de satisfacer las necesidades de inteligencia, desinformación y reclutamiento de técnicos extranjeros. Los objetivos eran claramente definidos en las llamadas “instrucciones reservadas” que recibía cada jefe de célula antes de comenzar la misión.
Incluso para misiones altamente sensibles, como el espionaje al propio aparato de Asuntos Exteriores durante las negociaciones previas a la firma del Tratado de Límites entre España y Portugal, de 1750, Ensenada envió a Lisboa a un oficial de la Marina, Juan de Lángara y Arizmendi, para que le informase del curso de las negociaciones.
Los “fondos reservados” del Marqués de la Ensenada
El Real Giro, institucionalizado en 1749, se encargaba de situar los fondos monetarios españoles en el extranjero, cumpliendo con los envíos de los particulares y las obligaciones del Estado. Evitaba así a los intermediarios y cambistas a la hora de mover capitales por el extranjero, lo que era muy beneficioso tanto para los particulares como para el Estado en sí. El artículo 21 del Reglamento del Real Giro de 1752 establecía que “...por estas Tesorerías Extraordinarias y Comisionados se pagarán igualmente todas las cantidades que S.M. mandase satisfacer en los países extranjeros, por gastos secretos y reservados, y por encargos de su Real Servicio...de las cantidades que por la vía reservada se mandase a los tesoreros, y comisionados del Giro, satisfagan para fines del real servicio, tomarán recibos a favor del tesorero mayor, con expresión de ser de orden de S.M. y se remitirán al director, para que solicitando las que deben comunicarse a la Tesorería General, se formalicen por ella los pagos, y se reintegren a esta dependencia sus importes” .
LOS OBJETIVOS DE ENSENADA: LAS REPRESENTACIONES
El Marqués de la Ensenada diseñó un plan estratégico por el que en un plazo razonablemente corto, España dispondría de una Armada y de unas instalaciones de apoyo a esta Armada que le hiciesen ser un factor decisivo en la política europea y atlántica. Con el fin de presentar sus objetivos a S. M. el Rey, D. Zenón recurrió a las conocidas “representaciones”, que eran unos informes redactados de forma literaria, de manera que, sin aburrir a Fernando VI, poco amigo de los largos memorandos , le hiciese conocedor de sus objetivos estratégicos. La representación de 1747 va a dar el pistoletazo de salida para las intenciones de Ensenada. El 18 de junio de 1747 propone un programa de rearme naval que en ocho años permita disponer de 40 navíos de línea perfectamente artillados, si bien para eso, hay que empezar con el acopio de materiales estratégicos y la provisión de fondos, estimada en 1.000.000 de pesos fuertes al año.
Esto le da un margen de maniobra mínimo de poco más de dos años hasta empezar a construir, dado que las maderas destinadas a los cascos de los buques deben primero cortarse y luego curarse sumergidas en agua salada, proceso que dura dos años. Mientras comienza la tala y el proceso de adaptación de las maderas, Ensenada deberá conseguir salvar la diferencia tecnológica que separa la construcción naval en España de la de Gran Bretaña, su principal rival en el mar.
Conocedor de la Marina, pues es de donde procede, Ensenada determina las bases para poner en pie esa armada, que servirá como factor de disuasión estratégico en la política exterior y de seguridad española. En este sentido, sus necesidades de información van a ir ligadas a catorce grandes áreas:
1. MATERIALES ESTRATEGICOS: maderas para construir barcos, lonas para las velas, cáñamos para los cabos, pernos, poleas, etc.
2. METALURGIA: métodos de fundición y aleaciones para cañones, revestimiento de cascos, artillería de bronce, artillería de hierro, etc.
3. ARMAMENTO: artillería naval, artillería de campaña, municiones, etc.
4. CONSTRUCCION NAVAL: planos de buques, tipos, ingeniería naval
5. CARTOGRAFIA: impresión de planos actualizados, evitar impresión de planos de posesiones españolas en el extranjero. Aparatos de medición, relojes para la longitud
6. ARSENALES: disposición arsenales europeos, planos, carga de trabajo.
7. MAQUINARIA: de construcción, contra incendios, etc.
8. MEDICINA: técnicas y útiles de cirugía, especialidades médicas.
9. ATENCION AL PERSONAL: funcionamiento de los hospicios para veteranos de la marina, reclutamiento, etc.
10. CONTRATACION DE TECNICOS EXTRANJEROS: explorar las posibilidades de contratar a técnicos el Europa que estuvieran interesados en desarrollar su trabajo en España.
11. POLITICA ARANCELARIA: determinar qué aranceles se aplican en los puertos a las mercancías extranjeras y la posibilidad de hacer entrar mercancías españolas en dichos puertos.
12. ESPIONAJE MILITAR: determinar las intenciones de las potencias europeas y tratar de anticiparse a las expediciones que pudieran tener como objetivo los intereses de la Corona Española
13. DESINFORMACION: hacer creer en el extranjero que España apenas tiene recursos para poner en pie una verdadera Armada, pero que sin embargo cuenta con poderosas defensas costeras que le permitirán resistir ataques a sus plazas fuertes.
14. MISCELANEA: informaciones científicas o de otro carácter que revista interés para el estado.
