Sendero Luminoso
Publicado: 09 Ago 2009 07:19
La droga manda al fusil
¿Qué busca Sendero con su atentado al cuartel de la Dinoes en San José de Secce? ¿La captura de un potente arsenal de armas? ¿Castigar una incautación voluminosa de droga? ¿Celebrar el cumpleaños del cabecilla terrorista Víctor Quispe Palomino “camarada José”? Tales presunciones quedan cortas. Hoy SL es el ejército de la mafia de la droga.
El 2 y 3 de este mes, en San José de Secce, el fuego se enfiló contra la base de la Dinoes de la Policía Nacional del Perú. Pero el blanco pudo ser otro establecimiento policial o militar importante de la zona. Digamos, la base contraterrorista (BCT) de Cayramayo del Ejército Peruano, que al 10 de junio último ya se había replegado. Fue cerrada después de unos 13 o 14 años, y no por ninguna previsión táctica militar inherente a su función, sino sencillamente por temor a un sorpresivo ataque terrorista. “La unidad se sentía aislada”, diría uno de sus miembros.
Días antes, cinco soldados, de los 20 que constituían la BCT de Cayramayo no soportaron más la incertidumbre y desertaron, pese a que una retracción semejante le había costado la vida a uno de sus camaradas el 18 de mayo anterior.
Una nota de inteligencia (número 046 del 14 de abril) había alertado así: “aproximadamente 80 delincuentes terroristas de Sendero Luminoso se desplazaron por las inmediaciones de la localidad de Cayramayo (Santillana-Huanta) señalando a los pobladores de la zona que se preparaban a atacar la BCT Cayramayo”. Bueno, la base militar se retiró pero quedó como presa para el ejército de la droga la base de la Dinoes.
Cerca de San José de Secce
Los hechos son tercos. A mediados de noviembre del 2008, la policía de Luricocha, una jurisdicción cercana a San José de Secce y a Huanta, sufrió un asalto de las mismas huestes de Víctor Quispe Palomino, otrora discípulo de Abimael Guzmán pero que ahora reniega e inclusive ha declarado que está dispuesto a matar a su ex guía. En aquella oportunidad, los senderistas incursionaron con armas de guerra para permitir que un cargamento de media tonelada de droga estancado en el lugar pudiera seguir viaje a Churcampa.
El episodio fue una repetición de lo que ya había ocurrido el 24 de diciembre del 2007, en Santa Rosa de Ocaña, otro punto vecino a San José de Secce y Luricocha. Una patrulla policial fue acribillada esta vez para posibilitar el paso de un camión también con media tonelada de clorhidrato.
Volvamos al atentado contra la Dinoes en San José de Secce. Los senderistas del Vrae utilizaron armas de guerra de alto poder: lanzagranadas RPG, capaces de lanzar cohetes. Lo que lleva a pensar que la captura de armas no era el objetivo fundamental, como se ha dicho, sino algo accesorio.
Los hechos sugieren que el objetivo fundamental del operativo narcoterrorista fue el control del territorio, asegurar el dominio del espacio vital, como dirían los geopolíticos, espacio que el narcotráfico percibe amenazado con la reinstalación mal que bien de bases militares y la apertura de nuevas bases policiales. A la organización armada que da seguridad al narcotráfico no le place la presencia que el Estado tiende a recuperar y trata de desalentarla a sangre y fuego.
Estrategia del triángulo
En 1989, en el Alto Huallaga, cuando en la mata del narcotráfico la Fuerza Armada asumió la lucha contra el terrorismo, el general EP Alberto Arciniegas ideó la estrategia del triángulo. En la base estaban los cocaleros y en los lados de la figura los narcotraficantes y los senderistas. Hay que quitarle el sustento de los cocaleros a Sendero, sostuvo el jefe militar, lo que implicó hacerse de la vista gorda con el narcotráfico. La fórmula funcionó de algún modo en el Huallaga pero en el Vrae es distinto.
Aquí el narcotráfico, aliado con el terrorismo, ha logrado poner de su lado a los cocaleros en contra del Estado. La situación se complica porque en el Vrae no hay otro cultivo que tenga mejor precio que la hoja de coca. Y los cocaleros que en la década de los 80 y 90 organizaron los comités de autodefensa (CADS) para combatir al senderismo, ahora están neutralizados por decir lo menos. Y aparecen enlazados en el negocio.
El negocio es suculento. Perú produjo el año pasado, según estadísticas de Naciones Unidas, 302 toneladas de clorhidrato de cocaína, de las cuales más de la mitad y de alta pureza se fabricaron en el Vrae. La industria de la droga en el valle no solo ha ganado en rentabilidad sino en organización.
Clanes familiares & Sendero
Agentes de la policía antidrogas y expertos en la materia como Jaime Antezana y Rubén Vargas han explicado las innovaciones introducidas en el modo de producción del valle cocalero.
En la base del sistema están los clanes familiares, reunión de dos o tres firmas que animan un círculo cerrado y difícil de penetrar por la policía. Cada clan aglutina al acopiador de droga bruta, al químico, al transportista y a los otros eslabones de la cadena, la gran mayoría de los cuales son parientes. Esta familiaridad blinda a la organización respecto de las redes de informantes y la vacuna contra las “tiradas de dedo”.
La agrupación permite constituir columnas de 50 a 70 mochileros y potenciar la capacidad de comercialización. Una columna de este tamaño puede trasladar por lo menos media tonelada (500 kilos) de droga, a razón de 10 a 15 kilos por mochilero, no más porque los recorridos son largos y fatigosos. La organización armada formada principalmente por una estructura bajo control de los remanentes de Sendero surge en esta fase del proceso. Tales remanentes ofrecen una organización de dimensión regional con conocimiento de las zonas y rutas, y una estructura armada con experiencia en el arte de matar.
Sendero contrata con las firmas por separado. Las firmas pagan al grupo de protección un cupo de 25 dólares por kilo de clorhidrato de cocaína. Una de las encargadas de este tipo de transacciones y cobros es la camarada “Olga”, mando logístico de “José”.
Los patrones o jefes de firmas locales y regionales usan burriers o un gran burro o ‘chacal’ –coordinador– para la contratación de los traqueteros, mochileros y personal de protección o sicarios.
Centros de operaciones
De acuerdo a un orden jerárquico, hay firmas locales, regionales y nacionales, estas últimas están en la cúspide. Según el monto de sus transacciones pueden ser grandes, medianas y menores.
Las transacciones de base, o primarias, se hacen en el valle, en Llochegua, Sivia y Puerto Cocos para mencionar las plazas del norte del Vrae. En la zona central funcionan Santa Rosa, Kimbiri y Pichari. De aquí salen los tratos para Quepatiato y Quillabamba, así como Puno, Bolivia y Madre de Dios.
Las transacciones las llevan a cabo los chacales –también se les llama “burros grandes”– por encargo de los patrones de las firmas. En esos lugares, el gran burro chacal se relaciona en directo con los traqueteros, les formula los pedidos y cierra los acuerdos.
El traquetero es el que arma el gran cargamento y contrata a los poceros, a los mochileros y al personal de protección o sicarios para sacar la droga.
Firmas regionales
Las firmas regionales grandes no concurren al valle. Operan desde determinadas ciudades y poblados. Huamanga y Huanta son de las más relevantes. En esta segunda ciudad la policía cuenta hasta cuatro firmas de este tipo, con inversiones en hoteles, construcción de inmuebles, compra de carros último modelo y grandes ferreterías en las que se vende a precios más bajos que el mercado de Lima.
Andahuaylas, Huancayo, Churcampa, Acobamba y Tayacaja también alojan firmas regionales. En Andahuaylas hay actualmente 70 empresarios investigados por lavado de activos, con grandes negocios montados en los últimos años.
Lamentablemente las autoridades locales carecen de una organización financiera capaz de investigar a fondo el origen de las fortunas y bienes de los acusados. En Andahuaylas operan, según la policía especializada, unas seis firmas grandes con hoteles en esa ciudad y en Lima, y con inversiones inmobiliarias en Cusco y Abancay.
Conexión con los carteles
La conexión con los carteles es cada vez más invisible. Una vez que la droga sale del Vrae sigue distintas rutas. Puede seguir a Huanta y Huamanga y seguir por Andahuaylas, Chincheros o por Libertadores. O si no seguir la ruta del norte, por Tayacaja, Huancayo, o también salir por Pangoa, Satipo, La Merced. Pero al final, todo termina saliendo hacia Lima o Pisco o Ica. En estos puntos finales entran en acción las firmas nacionales.
Las firmas nacionales son las ligas mayores y las que tienen el contacto directo con los carteles. Las firmas nacionales dan al cargamento el soporte industrial o comercial necesario para camuflar la cocaína y dejan el cargamento listo para la exportación. Pero son los carteles los exportadores. Son ellos los que contratan testaferros, gente de diversas nacionalidades para hacer el trasteo internacional.
Las firmas del VRAE
Son numerosas las organizaciones que operan en el Vrae. Estas son las más importantes:
LOS “TIBENQUI”
Uno de los clanes más conocidos de los que operan en Llochegua es el denominado “Tibenqui”, palabra que reúne las sílabas iniciales de las tres familias integrantes (Tineo, Bendezú y Quispe). Cabeza visible del grupo es Oscar Tineo Taipe o Ángel Villarreal Palomino, alias “Ángel”, secundado por Carlos López Tineo, alias “Chato Box”; y Yuri Bendezú Quispe o Javier Pecho Espinoza, apodado “Cuadrado” o “Cabezón”. Si uno de los cabezas de familia cae preso –es el caso de Yuri Bendezú, encerrado en Yanamilla–, lo sucede un familiar, en este caso su hermano Carlos Bendezú Quispe, alias “Calolo”.
LOS RIVERA MUÑOZ
Clan familiar encabezado por la familia Rivera Muñoz, asociada a Aurelio Rivera Velásquez y Roberto Muñoz Carvajal (“Negro Camerún”). Son capos conocidos de Pichihuilca y Palmapampa, provincia San Miguel, al sur del Vrae.
LOS VELARDE HUAMANÍ
Clan dirigido por Adrián Velarde Huamaní, alias “Chato Adrián” o “Ignacio”, actualmente requisitoriado (ver infografía). Asociado a los hermanos Flores Villar. Opera desde la zona de Villa Mejorada, en Llochegua, conocida como la capital de la droga porque es uno de los grandes centros de negociaciones. Esta firma es una de las usuarias de la ruta de herradura que pasa por San José de Secce y Luricocha camino a Huanta. Se sabe que despachan sus cargamentos en una flota de volquetes, vía Moquegua, en donde se traspasan a camiones cisternas y enrumban a la frontera con Bolivia.
FIRMAS EXTRANJERAS
Los más mentados son “Tío Tom”, núcleo de colombianos, mexicanos y peruanos que opera en Puerto Cocos. Y “El Chavo” un clan familiar que opera en Lechemayo y San Antonio, al sur del Vrae.
“SALVADOR”
Seudónimo de Jorge Reaño del Águila. También figura como Luis Lagos Lizarbe. A mediados del 2008 se estimaba que producía 2 toneladas de clorhidrato al mes. En la lista de la Dinandro también figuran Lamber Gonzales Pérez “Tío Lamber”, Braulio Pérez Arévalo “Cholo Braulio” y Pascasio Candelario Huilca Llanti Crespo “Barros”.
¿Qué busca Sendero con su atentado al cuartel de la Dinoes en San José de Secce? ¿La captura de un potente arsenal de armas? ¿Castigar una incautación voluminosa de droga? ¿Celebrar el cumpleaños del cabecilla terrorista Víctor Quispe Palomino “camarada José”? Tales presunciones quedan cortas. Hoy SL es el ejército de la mafia de la droga.
El 2 y 3 de este mes, en San José de Secce, el fuego se enfiló contra la base de la Dinoes de la Policía Nacional del Perú. Pero el blanco pudo ser otro establecimiento policial o militar importante de la zona. Digamos, la base contraterrorista (BCT) de Cayramayo del Ejército Peruano, que al 10 de junio último ya se había replegado. Fue cerrada después de unos 13 o 14 años, y no por ninguna previsión táctica militar inherente a su función, sino sencillamente por temor a un sorpresivo ataque terrorista. “La unidad se sentía aislada”, diría uno de sus miembros.
Días antes, cinco soldados, de los 20 que constituían la BCT de Cayramayo no soportaron más la incertidumbre y desertaron, pese a que una retracción semejante le había costado la vida a uno de sus camaradas el 18 de mayo anterior.
Una nota de inteligencia (número 046 del 14 de abril) había alertado así: “aproximadamente 80 delincuentes terroristas de Sendero Luminoso se desplazaron por las inmediaciones de la localidad de Cayramayo (Santillana-Huanta) señalando a los pobladores de la zona que se preparaban a atacar la BCT Cayramayo”. Bueno, la base militar se retiró pero quedó como presa para el ejército de la droga la base de la Dinoes.
Cerca de San José de Secce
Los hechos son tercos. A mediados de noviembre del 2008, la policía de Luricocha, una jurisdicción cercana a San José de Secce y a Huanta, sufrió un asalto de las mismas huestes de Víctor Quispe Palomino, otrora discípulo de Abimael Guzmán pero que ahora reniega e inclusive ha declarado que está dispuesto a matar a su ex guía. En aquella oportunidad, los senderistas incursionaron con armas de guerra para permitir que un cargamento de media tonelada de droga estancado en el lugar pudiera seguir viaje a Churcampa.
El episodio fue una repetición de lo que ya había ocurrido el 24 de diciembre del 2007, en Santa Rosa de Ocaña, otro punto vecino a San José de Secce y Luricocha. Una patrulla policial fue acribillada esta vez para posibilitar el paso de un camión también con media tonelada de clorhidrato.
Volvamos al atentado contra la Dinoes en San José de Secce. Los senderistas del Vrae utilizaron armas de guerra de alto poder: lanzagranadas RPG, capaces de lanzar cohetes. Lo que lleva a pensar que la captura de armas no era el objetivo fundamental, como se ha dicho, sino algo accesorio.
Los hechos sugieren que el objetivo fundamental del operativo narcoterrorista fue el control del territorio, asegurar el dominio del espacio vital, como dirían los geopolíticos, espacio que el narcotráfico percibe amenazado con la reinstalación mal que bien de bases militares y la apertura de nuevas bases policiales. A la organización armada que da seguridad al narcotráfico no le place la presencia que el Estado tiende a recuperar y trata de desalentarla a sangre y fuego.
Estrategia del triángulo
En 1989, en el Alto Huallaga, cuando en la mata del narcotráfico la Fuerza Armada asumió la lucha contra el terrorismo, el general EP Alberto Arciniegas ideó la estrategia del triángulo. En la base estaban los cocaleros y en los lados de la figura los narcotraficantes y los senderistas. Hay que quitarle el sustento de los cocaleros a Sendero, sostuvo el jefe militar, lo que implicó hacerse de la vista gorda con el narcotráfico. La fórmula funcionó de algún modo en el Huallaga pero en el Vrae es distinto.
Aquí el narcotráfico, aliado con el terrorismo, ha logrado poner de su lado a los cocaleros en contra del Estado. La situación se complica porque en el Vrae no hay otro cultivo que tenga mejor precio que la hoja de coca. Y los cocaleros que en la década de los 80 y 90 organizaron los comités de autodefensa (CADS) para combatir al senderismo, ahora están neutralizados por decir lo menos. Y aparecen enlazados en el negocio.
El negocio es suculento. Perú produjo el año pasado, según estadísticas de Naciones Unidas, 302 toneladas de clorhidrato de cocaína, de las cuales más de la mitad y de alta pureza se fabricaron en el Vrae. La industria de la droga en el valle no solo ha ganado en rentabilidad sino en organización.
Clanes familiares & Sendero
Agentes de la policía antidrogas y expertos en la materia como Jaime Antezana y Rubén Vargas han explicado las innovaciones introducidas en el modo de producción del valle cocalero.
En la base del sistema están los clanes familiares, reunión de dos o tres firmas que animan un círculo cerrado y difícil de penetrar por la policía. Cada clan aglutina al acopiador de droga bruta, al químico, al transportista y a los otros eslabones de la cadena, la gran mayoría de los cuales son parientes. Esta familiaridad blinda a la organización respecto de las redes de informantes y la vacuna contra las “tiradas de dedo”.
La agrupación permite constituir columnas de 50 a 70 mochileros y potenciar la capacidad de comercialización. Una columna de este tamaño puede trasladar por lo menos media tonelada (500 kilos) de droga, a razón de 10 a 15 kilos por mochilero, no más porque los recorridos son largos y fatigosos. La organización armada formada principalmente por una estructura bajo control de los remanentes de Sendero surge en esta fase del proceso. Tales remanentes ofrecen una organización de dimensión regional con conocimiento de las zonas y rutas, y una estructura armada con experiencia en el arte de matar.
Sendero contrata con las firmas por separado. Las firmas pagan al grupo de protección un cupo de 25 dólares por kilo de clorhidrato de cocaína. Una de las encargadas de este tipo de transacciones y cobros es la camarada “Olga”, mando logístico de “José”.
Los patrones o jefes de firmas locales y regionales usan burriers o un gran burro o ‘chacal’ –coordinador– para la contratación de los traqueteros, mochileros y personal de protección o sicarios.
Centros de operaciones
De acuerdo a un orden jerárquico, hay firmas locales, regionales y nacionales, estas últimas están en la cúspide. Según el monto de sus transacciones pueden ser grandes, medianas y menores.
Las transacciones de base, o primarias, se hacen en el valle, en Llochegua, Sivia y Puerto Cocos para mencionar las plazas del norte del Vrae. En la zona central funcionan Santa Rosa, Kimbiri y Pichari. De aquí salen los tratos para Quepatiato y Quillabamba, así como Puno, Bolivia y Madre de Dios.
Las transacciones las llevan a cabo los chacales –también se les llama “burros grandes”– por encargo de los patrones de las firmas. En esos lugares, el gran burro chacal se relaciona en directo con los traqueteros, les formula los pedidos y cierra los acuerdos.
El traquetero es el que arma el gran cargamento y contrata a los poceros, a los mochileros y al personal de protección o sicarios para sacar la droga.
Firmas regionales
Las firmas regionales grandes no concurren al valle. Operan desde determinadas ciudades y poblados. Huamanga y Huanta son de las más relevantes. En esta segunda ciudad la policía cuenta hasta cuatro firmas de este tipo, con inversiones en hoteles, construcción de inmuebles, compra de carros último modelo y grandes ferreterías en las que se vende a precios más bajos que el mercado de Lima.
Andahuaylas, Huancayo, Churcampa, Acobamba y Tayacaja también alojan firmas regionales. En Andahuaylas hay actualmente 70 empresarios investigados por lavado de activos, con grandes negocios montados en los últimos años.
Lamentablemente las autoridades locales carecen de una organización financiera capaz de investigar a fondo el origen de las fortunas y bienes de los acusados. En Andahuaylas operan, según la policía especializada, unas seis firmas grandes con hoteles en esa ciudad y en Lima, y con inversiones inmobiliarias en Cusco y Abancay.
Conexión con los carteles
La conexión con los carteles es cada vez más invisible. Una vez que la droga sale del Vrae sigue distintas rutas. Puede seguir a Huanta y Huamanga y seguir por Andahuaylas, Chincheros o por Libertadores. O si no seguir la ruta del norte, por Tayacaja, Huancayo, o también salir por Pangoa, Satipo, La Merced. Pero al final, todo termina saliendo hacia Lima o Pisco o Ica. En estos puntos finales entran en acción las firmas nacionales.
Las firmas nacionales son las ligas mayores y las que tienen el contacto directo con los carteles. Las firmas nacionales dan al cargamento el soporte industrial o comercial necesario para camuflar la cocaína y dejan el cargamento listo para la exportación. Pero son los carteles los exportadores. Son ellos los que contratan testaferros, gente de diversas nacionalidades para hacer el trasteo internacional.
Las firmas del VRAE
Son numerosas las organizaciones que operan en el Vrae. Estas son las más importantes:
LOS “TIBENQUI”
Uno de los clanes más conocidos de los que operan en Llochegua es el denominado “Tibenqui”, palabra que reúne las sílabas iniciales de las tres familias integrantes (Tineo, Bendezú y Quispe). Cabeza visible del grupo es Oscar Tineo Taipe o Ángel Villarreal Palomino, alias “Ángel”, secundado por Carlos López Tineo, alias “Chato Box”; y Yuri Bendezú Quispe o Javier Pecho Espinoza, apodado “Cuadrado” o “Cabezón”. Si uno de los cabezas de familia cae preso –es el caso de Yuri Bendezú, encerrado en Yanamilla–, lo sucede un familiar, en este caso su hermano Carlos Bendezú Quispe, alias “Calolo”.
LOS RIVERA MUÑOZ
Clan familiar encabezado por la familia Rivera Muñoz, asociada a Aurelio Rivera Velásquez y Roberto Muñoz Carvajal (“Negro Camerún”). Son capos conocidos de Pichihuilca y Palmapampa, provincia San Miguel, al sur del Vrae.
LOS VELARDE HUAMANÍ
Clan dirigido por Adrián Velarde Huamaní, alias “Chato Adrián” o “Ignacio”, actualmente requisitoriado (ver infografía). Asociado a los hermanos Flores Villar. Opera desde la zona de Villa Mejorada, en Llochegua, conocida como la capital de la droga porque es uno de los grandes centros de negociaciones. Esta firma es una de las usuarias de la ruta de herradura que pasa por San José de Secce y Luricocha camino a Huanta. Se sabe que despachan sus cargamentos en una flota de volquetes, vía Moquegua, en donde se traspasan a camiones cisternas y enrumban a la frontera con Bolivia.
FIRMAS EXTRANJERAS
Los más mentados son “Tío Tom”, núcleo de colombianos, mexicanos y peruanos que opera en Puerto Cocos. Y “El Chavo” un clan familiar que opera en Lechemayo y San Antonio, al sur del Vrae.
“SALVADOR”
Seudónimo de Jorge Reaño del Águila. También figura como Luis Lagos Lizarbe. A mediados del 2008 se estimaba que producía 2 toneladas de clorhidrato al mes. En la lista de la Dinandro también figuran Lamber Gonzales Pérez “Tío Lamber”, Braulio Pérez Arévalo “Cholo Braulio” y Pascasio Candelario Huilca Llanti Crespo “Barros”.