En Ciudad Real había oido algo, pero así de memoria nada, lo buscaré.
La “Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella” cuenta con diez grandes parabólicas que sirven, presuntamente, para “pinchar” las comunicaciones vía satélite. La base pertenece a Defensa, pero fuentes oficiales afirman que sus actividades allí son “un misterio”. Esta es una de las informaciones que revela el libro “Libertad vigilada” (Ediciones B), que ha sido presentado este miércoles.
El libro "Libertad vigilada" ha sido presentado este miércoles por el historiador, escritor y colaborador de Libertad Digital, César Vidal. Además del autor, Nacho García Mostazo, redactor jefe de Libertad Digital, ha asistido al acto el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, quien ha aprovechado para denunciar el conflicto de competencias que enfrenta a la Audiencia Nacional con el Tribunal Supremo debido a las escuchas realizadas por el CNI, que, en algunos casos, invalidan el secreto sumarial de sus investigaciones.
Según desvela Nacho García Mostazo, la “Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella”, situada en la Sierra de Madrid, podría servir al Ejército para espiar las comunicaciones vía satélite. En 1965, la NASA construyó una estación de seguimiento espacial en la localidad de Robledo de Chavela (Madrid), así como otras dos en Fresnedillas de la Oliva (Madrid) y Cebreros (Ávila). Hasta hoy, la base de Fresnedillas era conocida porque el 20 de junio de 1969 logró un hito histórico al captar las imágenes de la llegada del primer hombre a la luna.
Sin embargo, Cebreros y Fresnedillas dejaron de ser útiles para la NASA a mediados de los años ochenta, y Estados Unidos se las devolvió al Estado español. El Ministerio de Defensa, que asumió su gestión, cerró la primera en 1983, pero mantuvo abierta la segunda, donde en los últimos años el Ejército ha instalado cinco parabólicas de más de 18 metros de diámetro y otras cinco de unos 14 metros, además de otras seis menores. Salvo dos que parecen desconectadas, las demás dibujan un abanico que abarca desde el suroeste hasta el sureste, con una inclinación de 45 grados, lo que significaría que presuntamente están orientadas hacia los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones, que orbitan a unos 36.000 kilómetros de altitud sobre el Ecuador.
Defensa no reconoce oficialmente que la estación es de su propiedad y fuentes del ministerio que dirige Federico Trillo-Figueroa aseguran que las actividades que se desarrollan allí son “un misterio”. No obstante, el último padrón del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) del Ayuntamiento de Navalagamella, en cuyo término municipal está situada la estación, dice que la finca pertenece al Ministerio de Defensa, por la que pagó 11.713,52 euros en 2002 por el citado gravamen.
Según revela el libro de España: “Libertad vigilada”, cuyo autor es Nacho García Mostazo, la “Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella” cuenta con diez grandes parabólicas que sirven, presuntamente, para “pinchar” las comunicaciones vía satélite de los países de nuestro entorno. La base pertenece al Ministerio de Defensa, pero fuentes oficiales afirman que sus actividades allí son “un misterio”.
En 1965, Estados Unidos construyó una estación de seguimiento espacial en la localidad de Robledo de Chavela, en la Sierra de Madrid, para dar servicio a la National Aeronautic and Space Administration (NASA). Hoy, dicha base sigue siendo uno de sus puestos estratégicos para la investigación espacial, aunque para dar apoyo a Robledo, la NASA también hizo otras dos estaciones, la primera en Fresnedillas de la Oliva (Madrid) y la segunda en Cebreros (Ávila). El 20 de junio de 1969, una parabólica de 26 metros de diámetro ubicada en Fresnedillas logró un hito histórico al captar las imágenes de la llegada del primer hombre a la Luna.
Sin embargo, Cebreros y Fresnedillas dejaron de ser útiles para la NASA a mediados de los años ochenta, y Estados Unidos se las devolvió al Estado español. El Ministerio de Defensa, que asumió su gestión, cerró la primera en 1983, pero mantuvo abierta la segunda, donde en los últimos años el Ejército ha instalado cinco parabólicas de más de 18 metros de diámetro y otras cinco de unos 14 metros, además de otras seis menores. Salvo dos que parecen desconectadas, las demás dibujan un abanico que abarca desde el Suroeste hasta el Sureste, con una inclinación de 45 grados, lo que significaría que presuntamente están orientadas hacia los satélites geoestacionarios de telecomunicaciones, que orbitan a unos 36.000 kilómetros de altitud sobre el Ecuador.
En 1986, el Gobierno aprobó la puesta en marcha de un proyecto militar clasificado como secreto y que estará totalmente operativo en 2008. Se trata del “Programa Santiago”, cuyo objetivo principal es, según fuentes de Defensa, la “captación de emisiones electromagnéticas y de imágenes en las zonas definidas como de interés estratégico para la seguridad nacional”. Para ello, afirman las mismas fuentes, el Ejército está desplegando “una red de sensores” con capacidad de “inteligencia de las comunicaciones, electrónica y óptica”. Dicho en otras palabras, España cuenta con una red de espionaje militar compuesta por aviones de vigilancia (Centro de Inteligencia Aérea de Torrejón de Ardoz), satélites de observación (Helios y otros que se lanzarán próximamente) y bases terrestres, aunque el sistema todavía está incompleto.
Presuntamente, la Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella, como se denomina oficialmente, sería uno de los enclaves estratégicos del “Programa Santiago”. Como es obvio al tratarse de un programa clasificado, Defensa no lo puede reconocer oficialmente. Pero ni siquiera confirma que la estación es de su propiedad y fuentes del ministerio que dirige Federico Trillo-Figueroa aseguran que las actividades que se desarrollan allí son “un misterio”. No obstante, el último padrón del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) del Ayuntamiento de Navalagamella, en cuyo término municipal está situada la estación, dice que la finca pertenece al Ministerio de Defensa, por la que paga anualmente 11.713,52 euros en concepto del citado gravamen.
Un “Echelon” a la española
Estados Unidos y el Reino Unido, junto con otros países aliados, cuentan con una serie de bases desde donde “pinchan” las comunicaciones vía satélite en todo el mundo. A mediados de 2001, el Parlamento Europeo denunció la existencia de esta red de espionaje, cuyo nombre en clave es “Echelon”. Como demostró la Eurocámara, hay al menos veinte bases similares por todo el mundo y cada una de ellas está equipada con grandes antenas parabólicas que captan todas las comunicaciones (conversaciones telefónicas, fax, telex, etc.) y las derivan a grandes ordenadores de filtrado que extractan sólo aquellas que, supuestamente, pudieran afectar a los intereses de seguridad nacional de EEUU, Reino Unido y el resto de países integrantes de la red.
Por los datos que se conocen, España no forma parte de esta trama de espionaje global, aunque Estados Unidos colabora con las autoridades españolas para facilitar información sensible, obtenida por este u otros métodos, que presuntamente estaría orientada a mejorar la lucha antiterrorista. Sin embargo, aunque España no esté implicada oficialmente en dicha red, eso no impide que haya desarrollado sus propios sistemas para espiar masivamente las comunicaciones. No en vano, la nueva ley del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), institución sucesora del CESID, fue aprobada a primeros de 2002 y autoriza a los espías españoles a “obtener, evaluar e interpretar el tráfico de señales de carácter estratégico”.
Los países implicados en “Echelon” han reconocido oficialmente su existencia pero, aunque parezca increíble, dicha actividad no es ilegal. La Constitución española, como las aprobadas en todos los países democráticos, declara que las comunicaciones son invulnerables y, de hecho, tanto en España como en cualquier país de nuestro entorno, las leyes impiden a los servicios de inteligencia espiar a sus propios ciudadanos, salvo que medie una autorización judicial. Pero no se contempla el mismo grado de protección para los naturales de los países vecinos. De este modo, el servicio español de inteligencia no puede espiar a un español sin permiso de un juez del Tribunal Supremo, pero sí puede hacerlo cuando se trata de un marroquí, un francés o un portugués, por ejemplo. Lo mismo ocurre con el resto de servicios de inteligencia en cualquier país democrático. Los espías británicos tienen una fórmula muy peculiar para justificar estas actividades: “Lo que está en el aire es de todos”, dicen.
Además, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la ola de solidaridad con Estados Unidos ha impedido que muchos países denuncien la existencia de la red de espionaje “Echelon”. En plena guerra contra el terrorismo, declarada por George W. Bush tras aquellos trágicos atentados, parece obvio que ningún Gobierno se atreverá a romper la coalición global contra el terror protegiendo a sus ciudadanos ante esta intromisión en su intimidad. Asimismo, la mayoría de países aliados de EEUU, España incluida, pero también Francia o Alemania, por ejemplo, tienen muchos motivos para no denunciar la existencia de “Echelon” u otros programas similares, ya que, entre otras razones, perderían su propia capacidad para espiar las comunicaciones.
Un puesto de “seguridad nacional”
La Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella no es un radiotelescopio, como confirmaron varios astrónomos consultados, ya que las antenas estarían colocadas en forma de “Y” o de “V” para sincronizarse, cuando no es el caso. Tampoco se trata de un “telepuerto” de las empresas españolas de telecomunicaciones (Telefónica, Retevisión, etc.), ni una base asociada a la NASA, que la reintegró a España en los años ochenta, ni a la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo centro de seguimiento está a pocos kilómetros, en la localidad de Villafranca del Castillo, también en Madrid. Además, el acceso a la base de Fresnedillas está prohibido y uno de los porteros civiles que trabajan allí dice que se trata de un puesto de “seguridad nacional” y amenaza con llamar a la Guardia Civil si el visitante toma fotografías.
Por si no fueran suficientes estos argumentos para demostrar cuáles son las presuntas actividades que allí se llevan a cabo, el informe definitivo de la Comisión del Parlamento Europeo que investigó el caso “Echelon” afirma que, “si en una estación (militar) se encuentran dos o más antenas de recepción de satélite de más de 18 metros (de diámetro), es seguro que allí se escuchan comunicaciones civiles”. De acuerdo con esta definición, no cabe duda de que el Ejército español estaría utilizando la base de Fresnedillas-Navalagamella para espiar las comunicaciones que transmiten los satélites al alcance de sus enormes antenas parabólicas, desde América hasta Oriente Próximo, o quizá más allá, hasta el Océano Indico.